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Blog de masallaesoteric
25 de Noviembre, 2010 · General

EDGAR CAYCE,El Profeta Durmiente

EDGAR CAYCE,EL PROFETA DURMIENTE :

EL PROFECTA DURMIENTE,QUE DESPERTO A LA HUMANIDAD...

CAYCE SEGUN LA WIKIPEDIA-UNA BIOGRAFIA MUCHO MAS PRECISA-INTRODUCCION A SU OBRA : LECTURAS O PROFECIAS-MAS LECTURAS Y PROFECIAS-CONCEPTOS SOBRE LA OBRA DE CAYCE 


CAYCE SEGUN LA WIKIPEDIA :

Edgar Evans Cayce (Hopkinsville, Kentucky, 18 de marzo de 1877 - Virginia Beach, 3 de enero de 1945). Psíquico/Vidente estadounidense.

Psíquico americano Edgar Cayce, 1910

Egdar Cayce fue uno de los psíquicos más notables de Estados Unidos, ya que poseía facultades de clarividencia, precognición y percepción extrasensorial . Entraba en estado de trance durante sus llamadas «lecturas» (Readings) y respondía a las preguntas de un individuo. Estas lecturas mencionaban, al principio, la salud física del individuo. Luego, los consejos se diversificaron y empezaron a referirse a las «vidas previas», las interpretaciones de sueños, los fenómenos psíquicos, la salud mental, la meditación, el rezo, el desarrollo espiritual y también el comercio. Además, solía ocuparse del mito de la Atlántida. El ARE (Asociación para Investigación y Aclaración) actualmente conserva todas las lecturas.

Cayce consideraba más importante su dedicación al trabajo social (la gran mayoría de sus "lecturas" se hizo para personas que estaban enfermas) o la teología cristiana (Cayce fue toda su vida un miembro de la iglesia protestante «Discípulos del Cristo»). La idea de que «California se sumergiría un día» podría deberse a Cayce. Aunque haya vivido antes de la aparición de la «New Age», algunas ideas de esta corriente recibieron una fuerte influencia de Cayce.

Según el escritor francés Louis Pauwels, que narra la historia de este personaje en su libro "Le Matin des Magiciens" (El retorno de los brujos) (1960, libraire Gallimard), Cayce era un hombre muy sencillo, sin apenas formación cultural, que cuando dormía era capaz de recetar la solución médica de cualquier enfermedad, desde que a la edad de cinco años cayera en coma a causa de un pelotazo del que parecía que no sobreviviría, víctima de una enfermedad incurable que no quiso revelar a nadie.

Edgar Cayce nació el 18 de Marzo de 1877 en una granja cercana a Hopkinsville, en el estado de Kentucky. A los trece años tuvo una experiencia en la que una mujer le preguntaba por su mayor deseo en la vida, él sin dudarlo le respondió que ayudar a los demás, y en especial a los niños enfermos. Poco después descubriría que al quedarse dormido sobre uno de sus libros había aprendido íntegramente todo su contenido.

Tras ocho meses padeciendo una parálisis que le afectó a las cuerdas vocales y le dejó prácticamente mudo, acudiendo a distintos médicos que no supieron darle respuestas, pidió ayuda a un amigo para que le asistiese al provocarse un estado de sueño auto inducido, gracias al cual, no sólo recuperó la voz sino que supo cuál era la causa y su tratamiento.

Así, mediante esos estados de sueño, sus revelaciones, llamadas "lecturas", se fueron recogiendo tanto en grabaciones como por escrito, llegando a dejar un total de 14.305 lecturas.

Edgar Cayce falleció, el 3 de Enero de 1945 en Virginia Beach, y hoy está considerado como uno de los más importantes psíquicos habidos en la historia, cuya vida y experiencias han sido recogidas en más de 300 libros.

Para Cayce, el regreso de Cristo viene asociado a un proceso de cambio mundial. Este cambio vendrá acompañado de una serie de grandes cataclismos, tras ese ajuste necesario, emergerá una nueva era y un periodo de paz.

Estas son algunas de sus lecturas:

 Un cambio en el eje terrestre alrededor del año 2000, ocasionará; la tierra se romperá en la porción oeste de América, y provocará la inundación de muchas regiones costeras, el vio los grandes lagos drenando en el Golfo de México. 
 Un gran deshielo polar afectará a gran parte del territorio de Inglaterra y gran parte de Japón se hundirá, la inundación de Europa del norte sucederá muy rápidamente. 
 Emergerá una nueva tierra a las afueras de la costa oriental de América del Norte, se descubrirían afuera de la costa de Bimini esta será la mítica "Atlántida". 
 La destrucción generalizada de las ciudades de Los Angeles, San Francisco, la destrucción de Manhattan y desaparición de Nuevo York por grandes terremotos. 
 Erupciones volcánicas en regiones tropicales y un incremento de actividad volcánica en el borde del Pacífico. 
 Un calentamiento general en áreas frías, y un enfriamiento de la áreas cálidas del globo. 
 La segunda venida de Cristo, traerá una nueva era de paz.

Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Usuario:Jondel/EdgarCayce"



UNA BIOGRAFIA MUCHO MAS PRECISA :

Resumen de la vida de Edgar Cayce

   Edgar Cayce manifestó uno de los talentos psíquicos más notables de todos los tiempos. Es conocido principalmente gracias a dos biografías: "Existe un río", de Thomas Sugrue ("There is a River", 1943); y "El profeta durmiente", de Jess Stearn ("The Sleeping Prophet", 1967). Se han escrito varias centenas de libros sobre su vida y su obra.

   Edgar Cayce nació en los Estados Unidos el 18 de marzo de 1877, en una granja del Estado de Kentucky cercana a Hopkinsville. Desde su niñez, mostró facultades psíquicas fuera de lo común. A la edad de trece años, un suceso lo impactó profundamente: la aparición de un ángel quien le preguntó cuál era su mayor anhelo. Edgar respondió que desearía asistir a los demás, en particular a los niños enfermos. Al poco tiempo, se percató de que le era posible memorizar el contenido de sus manuales escolares durmiendo un rato con la cabeza apoyada en los mismos. Esta aptitud le favoreció en sus estudios, pero fue desapareciendo. A fin de ayudar a sus padres a criar a sus cuatro hermanas, todas menores que él, dejó el colegio a los dieciséis años y comenzó a trabajar.

    En 1900, Edgar Cayce, con veintitrés años de edad, era viajante comercial cuando perdió la voz después de haber tomado un sedante. Desconcertados por su caso, los médicos no lograron sanarlo. Incapaz de expresarse más allá de un murmullo, tuvo que cambiar de ocupación. Consiguió en Hopkinsville un puesto de aprendiz de fotógrafo. Algunos meses más tarde, un hipnotizador ambulante lo hizo hablar normalmente bajo hipnosis. Sin embargo, en cuanto lo despertó, su afonía reapareció. La experiencia se repitió luego con ciertas modificaciones. Edgar entró en un estado similar al que le había permitido memorizar sus libros escolares en su adolescencia. Cuando estuvo dormido, se le pidió que indicara la causa de su mal y la forma de curarlo. Edgar obedeció y dio instrucciones precisas, gracias a las cuales recobró la voz. Ésa fue su primera "lectura" psíquica, realizada el 31 de marzo de 1901.

    Se descubrió muy pronto que una vez sumido en su sueño autohipnótico, Cayce necesitaba únicamente el nombre de una persona y el lugar en que ésta se hallaba, dondequiera que fuese, para describir sin ningún error su estado de salud, recomendar un tratamiento y contestar las preguntas que la concernían.

     En octubre de 1910, el diario 'The New York Times' publicó un largo artículo titulado: "Un hombre inculto se convierte en médico bajo hipnosis". Debido a que gente de todo el país recurría a él, Edgar Cayce, entonces fotógrafo profesional, empezó a efectuar cotidianamente lecturas sobre problemas médicos en sus horas libres. Aspiró a montar un hospital en el que un personal competente aplicaría las prescripciones mencionadas en las lecturas.

     Con el paso de los años, Cayce descubrió que podía disertar sobre cualquier tema. A partir de 1923, realizó lecturas no sólo acerca del cuerpo físico, sino también de la mente y del alma. La información transmitida se diversificó mucho. Entre otras cosas, abordó los grandes principios mentales y espirituales, nociones inéditas sobre la psicología y la parapsicología, el concepto de la reencarnación, la vida después de la muerte, la interpretación de los sueños, la percepción extrasensorial, la historia de la Creación, las civilizaciones antiguas, las religiones del mundo, los aspectos desconocidos de la vida de Jesús, las profecías.

     Siendo cada vez más solicitado, Cayce abandonó su estudio fotográfico a fin de dedicarse a las lecturas y de buscar inversores para la construcción del hospital. En 1925, Edgar y su familia se instalaron en Virginia Beach, Virginia, donde un agente de bolsa neoyorquino había aceptado financiar el proyecto. El hospital, inaugurado en noviembre de 1928, funcionó hasta febrero de 1931. Tuvo que cerrar por falta de fondos, a consecuencia de la gran crisis económica de los años 1930.

     En junio de 1931, se creó A.R.E. (Association for Research and Enlightenment, Inc.). La Asociación se concentró esencialmente en la medicina holística, la reencarnación, los sueños, los fenómenos psíquicos y el crecimiento espiritual.

     Durante la segunda guerra mundial, Edgar Cayce recibía una voluminosa correspondencia. En su intento por satisfacer la demanda creciente, aumentó el número de lecturas diarias a seis. En agosto de 1944, su agotamiento fue total. Falleció el 3 de enero de 1945.

     Cayce dejó unas catorce mil lecturas. Éstas representan el más considerable conjunto de documentos psíquicos de la misma procedencia. Responden a casi todas las preguntas imaginables en la primera mitad del siglo veinte. Actualmente, innumerables personas en el mundo siguen beneficiándose de ese maravilloso legado. 
 

EDGAR CAYCE, UNA ENCRUCIJADA VISIONARIA ENTRE EL CRISTIANISMO Y EL ESOTERISMO 
 

Con la finalidad de ayudar a la gente, durante cuarenta y tres años efectuó lecturas en un estado de sueño autohipnótico. Comprendían desde los secretos del Universo hasta otras más próximas relativas a la salud y medicina holística, y que plasmó en el complejo de Viginia Beach. Más allá de desarrollar nuestros poderes psíquicos, comentaba, deberíamos esforzarnos por progresar espiritualmente. Nuestras necesidades personales, el sentido de nuestra vida, nuestras facultades extrasensoriales resultarían de la perseverancia y práctica de los principios universales.

INTRODUCCION

A partir de los veinticuatro años de edad, Edgar Cayce puso al servicio de la humanidad el don relevante que tenía de entrar en un sueño autohipnótico en el que su mente trascendía el espacio y el tiempo. En este estado de profunda meditación, le era tan fácil disertar sobre los secretos del Universo como sobre la manera de eliminar una verruga. Las lecturas de Cayce constituyen una inestimable colección de documentos, a la cual cada vez más gente acude en todo tipo de circunstancias, ya sea para equilibrar su alimentación, mejorar sus relaciones personales, restablecerse de una dolencia declarada incurable o acercarse a Dios.

Edgar Cayce falleció hace muchos años, pero el número creciente de libros que presentan diferentes aspectos de su vida y de su obra -más de cuatrocientos hasta la fecha- da testimonio de la perennidad de la información proporcionada en las lecturas. Esta información tiene un alcance que Cayce mismo probablemente no sospechaba. En su época, ¿quién hubiera imaginado que los términos de medicina holística, registros akáshicos, auras, almas gemelas, evolución espiritual, meditación, pertenecerían algún día al vocabulario cotidiano de cientos de miles de personas?

Edgar Cayce es conocido esencialmente por sus lecturas sobre la salud y el tratamiento de las enfermedades. Mucha gente se beneficia continuamente de esa inigualada fuente de datos que, a veces, se remontan a casi un siglo. Sin embargo, Cayce no se limitó al cuerpo físico y abarcó unos diez mil asuntos distintos, la mayoría de los cuales se reparten en cinco grandes temas:

- Salud y medicina holística 
- Reencarnación y karma 
- Sueños e interpretación de los sueños 
- Percepción extrasensorial y fenómenos psíquicos 
- Crecimiento espiritual, oración y meditación.

Por motivos de confidencialidad, cada individuo o grupo que había recibido lecturas fue designado, al azar, por un número. Si había obtenido más de una, las lecturas seguían un orden cronológico. Luego la lectura 294-5 corresponde a la quinta realizada para la persona a quien se le dio el número 294, en este caso, Edgar Cayce mismo.

Las lecturas mismas, 14.306 existentes en la actualidad, han sido divididas en tres categorías principales:

- Las lecturas de salud o lecturas físicas (9.603), referentes a la salud y a la medicina. 
- Las lecturas de vida (1.920), concernientes a la mente, el alma, la reencarnación y la astrología

Las lecturas especiales (956), que consisten en series de lecturas dictadas por Cayce sobre una materia determinada, como Atlántida, Egipto, las cuestiones mundiales, el funcionamiento de la Asociación, los preceptos para el desarrollo espiritual, la curación por medio de la oración.

A ellas se agregan las lecturas de negocios (747), que tratan problemas financieros, industriales o comerciales; las lecturas oníricas (630), que reúnen todas las efectuadas sobre los sueños; y las lecturas mentales-espirituales (450), con consejos específicos de orden mental o espiritual.

En ningún momento, Edgar Cayce pretendió gozar de facultades extraordinarias o se consideró un profeta de los tiempos modernos. Estaba convencido de que cada uno posee en su alma los atributos divinos, a la espera de ser despertados, cultivados y usados para fines altruistas. También, alentaba a la gente a comprobar por sí misma la validez de las nociones expuestas en las lecturas. Profundamente cristiano, leyó a lo largo de su vida, desde una edad temprana, la Biblia entera una vez al año. No obstante, insistía en el valor de un estudio comparativo de diferentes corrientes de pensamiento. Su obra se basa en el hecho de que Dios y la Creación son uno. De este principio fundamental se derivan las siguientes reglas metafísicas: tolerancia y compasión hacia todos los seres humanos; respeto y comprensión por las grandes religiones del mundo; rechazo del egoísmo y amor al prójimo.

BIOGRAFIA DETALLADA DE EDGAR CAYCE

Cada año, miles de personas, en el mundo entero, descubren la vida y la obra de un hombre que fue semejante a tantos otros en muchos sentidos, esposo amoroso, padre de dos hijos, fotógrafo apasionado, catequista ferviente y aficionado a la jardinería; pero que se destacó por su talento psíquico, uno de los más vastos y fiables de todos los tiempos. Este hombre se llamaba Edgar Cayce.

Durante cuarenta y tres años, efectuó lecturas en un estado de sueño autohipnótico, con la finalidad de ayudar a la gente. Se tendía en un sofá, cruzaba las manos sobre el plexo solar y entraba en trance. Entonces, bastaba indicarle el nombre de alguna persona y el lugar en que ésta se hallaba, dondequiera que fuese, para que pudiera hablar de ella y contestar las preguntas que se le hicieran acerca de la misma. Cayce generalmente disertaba con su voz habitual; una estenógrafa anotaba lo que se decía en la sesión, luego lo escribía a máquina, enviaba el original al interesado y archivaba el duplicado.

Hoy en día, el A.R.E. (Association for Research and Enlightenment, Inc.), asociación que creó Edgar Cayce en 1931 en Virginia Beach, Virginia, pone a la disposición del público, en su biblioteca, 14.306 lecturas realizadas por Cayce, a las cuales se agregaron los testimonios, los comentarios y los seguimientos correspondientes. Esas lecturas representan el más considerable conjunto de documentos psíquicos de la misma procedencia. El A.R.E., que sólo tenía algunos cientos de miembros cuando Cayce falleció en 1945, es actualmente una organización de envergadura mundial. Permite a numerosas personas transformar su existencia gracias a la obra de este hombre muy sencillo que manifestó excepcionales facultades psíquicas.

Los primeros pasos

Edgar Cayce nació cerca de Hopkinsville, en el Estado de Kentucky, el 18 de marzo de 1877. Siendo el mayor de cinco hijos, se crió con sus cuatro hermanas en el ambiente de la vida rural de fines del siglo XIX, rodeado de sus abuelos, tíos y primos, que residían en los alrededores. Solía jugar con compañeritos ficticios, quienes fueron desapareciendo según él crecía. En aquella época, gran parte del país experimentaba un renacimiento religioso cuyo fervor podía explicar, al menos parcialmente, el profundo atractivo de Edgar por la Biblia y su aspiración de llegar a ser médico misionero. A esa edad, nadie hubiera sospechado la manera singular en que su sueño se concretaría.

A los seis o siete años, contó a sus padres que tenía visiones sobrenaturales y que hablaba con su difunto abuelo. Ellos no le hicieron mucho caso, pensando que se trataba del fruto de una imaginación demasiado fértil. Edgar se refugiaba en la lectura de la Biblia, lo que le causaba tanta satisfacción que resolvió leer las Sagradas Escrituras del principio al fin una vez por cada año de su vida. Las historias y los personajes bíblicos ocuparon así un sitio privilegiado en su existencia. A los trece años, tuvo una experiencia que le impactó para siempre: la aparición de un ser angelical, una bella dama, quien le preguntó qué era lo que más anhelaba. Edgar contestó que deseaba asistir a otros, en particular a niños enfermos.

Al poco tiempo, se percató de que le era posible memorizar sus manuales escolares durmiendo un rato sobre los mismos, aptitud que ya no podía atribuirse a una imaginación desbordante. Sin haberlos leído previamente, era capaz de dormirse sobre libros o documentos de cualquier tamaño o complejidad y, al despertar, de repetir su contenido exacto. Esta habilidad le favoreció en sus estudios, pero fue desvaneciéndose. A fin de ayudar económicamente a sus padres, Edgar abandonó la escuela a los dieciséis años y trabajó con un tío en la hacienda de su abuela.

El año siguiente, la familia se instaló en Hopkinsville. Edgar encontró empleo en una librería. Algunos meses más tarde, conoció a Gertrude Evans, de quien se enamoró. El 14 de marzo de 1897, cuatro días antes de cumplir veinte años, se comprometió con ella. Ambos decidieron casarse en cuanto él tuviera los recursos necesarios para fundar un hogar.

Edgar perdió su cargo en junio de 1898 y pasó a ser vendedor en una gran tienda. En breve se trasladó a Louisville, ciudad comercial de Kentucky donde había conseguido un trabajo mejor remunerado en una importante librería. En la Navidad de 1899, regresó a Hopkinsville y se asoció con su padre, Leslie Cayce, entonces agente de seguros. Edgar empezó a viajar de ciudad en ciudad, vendiendo seguros, así como libros y artículos de oficina. En 1900, a los veintitrés años, cuando su situación económica le permitía vislumbrar un casamiento próximo, sufrió una fuerte afonía después de haber tomado un sedante. Al principio no se inquietó, creyendo que la afección sería pasajera. Viendo que persistía, consultó médicos y especialistas, que no lograron hacerle recuperar la voz. Incapaz de expresarse más allá de un murmullo, renunció a su oficio y buscó otro que no exigiera hablar mucho.

En Hopkinsville le ofrecieron un puesto ideal, como aprendiz de fotógrafo. De hecho, aunque su padecimiento fuera incurable, estaría cerca de Gertrude y de su familia. A menudo lamentaba el no haber podido seguir estudiando para ser médico o predicador. Se reconfortaba leyendo la Biblia y se alegraba con la expectativa de casarse y de tener hijos.

Sus primeros contactos con el Hipnotismo

En aquella época, el hipnotismo y los espectáculos teatrales eran muy populares. Un hipnotizador ambulante que se hacía llamar Hart, ¡el rey de la risa! llegó al teatro de Hopkinsville con su programa de comedia e hipnotismo. Hart tenía éxito y era concienzudo. Al enterarse de la dolencia de Edgar, aceptó procurar sanarlo. En una primera sesión, Hart lo hipnotizó y le sugirió que iba a recobrar la voz. Para asombro de los presentes, Edgar respondió con un tono normal a las preguntas que se le hicieron. Sin embargo, su cerebro no acató la sugestión post-hipnótica de continuar hablando claramente después de la sesión. Hart reiteró la tentativa en varias ocasiones, obteniendo siempre el mismo resultado: dormido, Edgar se expresaba de manera perfecta; despierto, volvía a su murmullo anterior. Los periódicos locales relataron la noticia, y cuando Hart se marchó a fin de cumplir con otros compromisos, mucha gente quedó persuadida de que el hipnotismo era, de alguna forma, la solución al problema de Cayce.

Sabiendo que ciertos pacientes bajo hipnosis mostraban facultades de videncia, un especialista de Nueva York, interesado en el caso, aconsejó que se repitiera el experimento pero, esta vez, pidiendo a Edgar que comentara su propia dificultad, en lugar de sólo sugerirle que recuperara la voz. Sus padres se opusieron porque él se había debilitado físicamente desde el inicio de las sesiones con Hart, como si éstas le hubieran quitado la energía del cuerpo. Gertrude no intervino, dejando que su novio eligiera por sí mismo, ya que a Edgar le gustaba la fotografía y que, de un modo u otro, podrían llevar una vida feliz juntos.

Cayce determinó someterse a una última tentativa bajo la supervisión de un autodidacta de la localidad, Al Layne, quien practicaba el hipnotismo y tomaba cursos de osteopatía por correspondencia. Además, propuso entrar en un estado similar al que le permitía memorizar sus libros de escuela en su adolescencia. Cuando estuvo dormido, Layne le preguntó cuál era la causa de su mal y la manera de curarlo. ¡Y Cayce contestó! Definió el problema como un trastorno psicológico que producía un efecto físico y recomendó que, mientras estaba inconsciente, se le sugiriera que intensificara la circulación sanguínea en las áreas afectadas. Layne respetó las instrucciones. Se pudo observar cómo la parte superior del pecho y la garganta de Edgar se tornaron color escarlata y calientes al tacto. Edgar permaneció unos veinte minutos así, en silencio; luego pidió que, antes de despertarlo, se le diera la orden de regularizar la circulación sanguínea. Layne siguió estas indicaciones y, despierto, Cayce se expresaba a la perfección, sanado de la dolencia que había sufrido durante un año. En esa fecha, 31 de marzo de 1901, Edgar Cayce había efectuado su primera lectura psíquica.

Tanto él como sus padres y Gertrude se regocijaron de ese desenlace inesperado. Ahora, su meta era forjarse un porvenir en la fotografía y casarse pronto. Cayce, en consecuencia, hubiera desatendido su don inapreciable, a no ser por el interés de Layne en el extraordinario fenómeno que había presenciado. Desde años atrás, Layne padecía molestias gástricas que los doctores no lograban aliviar, y se le ocurrió solicitar una lectura al respecto. Estaba seguro de que sus conocimientos médicos le harían identificar cualquier sugerencia terapéutica perjudicial que pudiera mencionar Cayce. A pesar de su escepticismo, éste aceptó, pues se sentía obligado con Layne por haberle ayudado a recobrar la voz. La lectura se realizó de forma análoga a la anterior. Dormido, Edgar describió la afección en detalle y mandó ciertas hierbas medicinales, un régimen alimenticio y ejercicios físicos. En una semana, Layne se había mejorado tanto que se entusiasmó aún más con la facultad de Cayce. Le alentó a que diera importancia a su habilidad e intentara resolver otros casos.

Edgar vaciló, porque no entendía el fenómeno ni conocía nada de medicina. Aparte de esto, sólo deseaba casarse, tener hijos y llevar una vida tranquila. Pero Layne le repetía que si su talento era beneficioso, tenía la responsabilidad moral de usarlo para el bien de la humanidad. Finalmente, después de mucho dialogar en familia, orar y examinar la Biblia, Edgar decidió continuar, poniendo dos condiciones: por un lado, si alguno de sus consejos resultara peligroso, las lecturas se interrumpirían enseguida; por otro lado, las personas involucradas recordarían que él era, ante todo, fotógrafo.

Una de las primeras lecturas se dictó para una niña de cinco años de edad llamada Aime Dietrich, gravemente enferma desde hacía tres años. Como secuela de una gripe, su cerebro había cesado de desarrollarse y frecuentes convulsiones sacudían su pequeño cuerpo. A pesar de las consultas a eminentes médicos y especialistas, su mente se quedaba en blanco y su estado empeoraba.

Layne dirigió la lectura y apuntó lo que dijo Cayce en trance. Éste declaró que el problema había surgido unos días antes de que se resfriara Aime, cuando la niña se había lastimado la columna vertebral al caerse bajando de un coche de caballos (accidente confirmado por la madre); los gérmenes de la gripe se habían alojado en la parte traumatizada de la médula, provocando las convulsiones. Edgar recomendó que Layne efectuara determinadas manipulaciones osteopáticas. En una lectura de control, indicó que las manipulaciones no se habían ejecutado de manera correcta, y dio nuevas instrucciones. Después de varios intentos, se logró lo necesario. A los pocos días, Aime llamó por su nombre a una muñeca con la que solía jugar antes de enfermarse. Más adelante reconoció otros objetos y también a sus padres. Las convulsiones desaparecieron por completo. En menos de tres meses, la niña, absolutamente normal, rebosaba de salud.

Aunque Cayce se alegraba de haber podido ser útil, ¡sólo anhelaba tener una existencia tranquila! No obstante, el entusiasmo de Layne, de su propio padre y de otra gente como los padres de Aime, le hacía cada vez más difícil concretar su deseo. Edgar siguió dictando lecturas gratuitas bajo la supervisión de Layne. Muy pronto, se descubrió que precisaba únicamente el nombre y la ubicación de una persona para describir su estado de salud, diagnosticar sus males, prescribir un tratamiento y contestar las preguntas. Si bien las lecturas le perturbaban, pues raras veces comprendía su significado al leer las notas de Layne, nunca se olvidaba de agradecer a Dios cuando esa facultad le permitía socorrer a alguien.

En aquel entonces, Edgar residía en Bowling Green, a unos cien kilómetros de Hopkinsville, y trabajaba en una librería. Layne iba a verlo todos los domingos a fin de conseguir lecturas para sus pacientes. El 17 de junio de 1903, después de un compromiso de más de seis años, Gertrude Evans y Edgar Cayce celebraron su boda. Edgar no se acostumbraba a las lecturas, pero su vida le satisfacía: tenía una esposa amante, un hogar, un empleo bien remunerado, y daba clases de catecismo. Un año más tarde, montó un estudio fotográfico con un socio.

Gracias a Cayce, Layne vio su reputación y su clientela crecer tanto que resolvió hacerse osteópata profesional. Se fue de Hopkinsville y entró en una escuela de osteopatía al sur de Kentucky. Edgar se equivocaba pensando que esto pondría término a las lecturas. En efecto, había suscitado la curiosidad de un grupo de médicos locales, quienes practicaron sobre él pruebas, algunas dañinas, destinadas a explorar la naturaleza y el origen de su poder psíquico.

Cayce dedicaba la mayor parte de su tiempo a la fotografía y se distinguía en su arte. El estudio prosperaba. Sin embargo, cuando un incendio destruyó una importante colección de acuarelas y de reproducciones que tenía en consignación, Edgar se endeudó. Nueve meses después, otro incendio devastó el estudio. Cayce lo reabrió a las dos semanas, y asumió las pérdidas él solo porque su socio se había retirado. Gertrude retornó a Hopkinsville con Hugh Lynn, su primer hijo, nacido el 16 de marzo de 1907. Edgar permaneció en Bowling Green hasta cubrir su déficit. Se marchó en agosto de 1909, arruinado, y buscó un empleo en el Estado de Alabama, donde los fotógrafos eran escasos.

En Navidad visitó a su familia. Su padre lo presentó al doctor Wesley Ketchum, homeópata recién establecido en la ciudad. Éste, que se había enterado de las lecturas por uno de los pacientes de Layne, le pidió una. Habiéndose diagnosticado una apendicitis, quería saber si Edgar sería capaz de detectarla. Cayce señaló un trastorno muy diferente y propuso un tratamiento sencillo. A fin de ridiculizarlo, Ketchum consultó a otro médico, ¡quien corroboró las declaraciones de Edgar! Así se persuadió de la veracidad de las lecturas.

El doctor Ketchum comenzó a recurrir a la facultad de Cayce para sus casos más delicados. En 1910, envió un informe a la Sociedad Americana de Investigaciones Clínicas, en el cual calificaba a Cayce de prodigio de la medicina. Resultó que el 9 de octubre, el diario The New York Times publicó un largo artículo titulado: Un hombre inculto se convierte en médico bajo hipnosis. Ante el número de solicitudes para lecturas, provenientes de todo el país, el doctor Wesley Ketchum, Edgar Cayce, Leslie Cayce y Albert Noe, hotelero adinerado, fundaron la Psychic Reading Corporation (Sociedad de Lecturas Psíquicas). Edgar regresó a Hopkinsville, donde instaló un estudio fotográfico, el Estudio de Arte Cayce. Cada día, en sus horas libres, realizaba lecturas psíquicas sobre problemas médicos. No obstante, era mucho más feliz en sus actividades como fotógrafo, y solamente un año después cambiaría de actitud acerca de las lecturas.

En una ocasión, un rico contratista de obras de nombre George Dalton se fracturó la pierna y la rótula en un accidente de trabajo. Varios médicos le dijeron que no volvería a caminar normalmente debido a la gravedad de los daños en la rodilla. No satisfecho con el diagnóstico, Dalton consultó al doctor Ketchum. En una lectura, Edgar aconsejó que se recompusiera la rótula con clavos. Tal procedimiento era desconocido en aquel momento, pero el doctor Ketchum, confiando en Cayce, practicó la operación quirúrgica. En algunos meses, Dalton caminaba como si el accidente no hubiera sucedido.

Surge la vocación y el compromiso de servicio

Gertrude y Edgar tuvieron un segundo hijo en marzo de 1911, Milton Porter. A los pocos días de haber nacido, el bebé sufrió tos convulsiva y luego colitis. A pesar de la intervención de diversos médicos, su salud se deterioró. Los doctores perdieron toda esperanza de salvarlo. Cayce, entonces, efectuó una lectura. Indicó que Milton Porter ya estaba demasiado enfermo e irremediablemente desahuciado. El niño falleció antes de cumplir los dos meses.

Cayce y su esposa cayeron en una profunda depresión. Él se culpaba de no haber pensado en las lecturas desde el principio. Esto quizás hubiera salvado la vida del bebé; mas ahora, ¡nunca lo sabría! Gertrude, por su parte, contrajo una pleuresía que se agudizó con el paso de los meses y la obligó a guardar cama.

A fines del verano, el médico de Gertrude modificó su diagnóstico e informó a Edgar que ella tenía tuberculosis y estaba feneciendo. Un especialista confirmó la terrible realidad y todos, excepto su marido, se resignaron a su muerte inminente. Edgar apeló a una lectura. Ésta daba esperanza, y recomendaba que Gertrude tomara un preparado farmacéutico y se descongestionara los pulmones inhalando los vapores emanados de un barrilito de roble parcialmente lleno de aguardiente de manzana. Los doctores declararon que el remedio sería inútil, pero Ketchum lo prescribió. A los dos días, la fiebre había bajado y Gertrude se sentía más fuerte. Su estado continuó mejorando y, en noviembre, incluso los médicos se mostraron optimistas. En enero de 1912, Gertrude estaba casi totalmente restablecida de su dolencia.

Ese mismo año, un delegado de la universidad de Harvard, el doctor Hugo Münsterberg, llegó a Hopkinsville para indagar el talento psíquico de Cayce. Tenía la firme intención de destruir su renombre probando que no era sino un charlatán. Cuando partió, estaba convencido de la legitimidad y eficacia de las lecturas. Incitó a Edgar a que ejerciera su don fuera de lo común que socorría a tantas personas.

Cayce rompió su asociación con Ketchum y Noe, y se fue a trabajar como fotógrafo a Selma, Alabama. El año siguiente, compró el estudio del cual era gerente, e hizo venir a Gertrude y Hugh Lynn. Allí, pudo escapar a su notoriedad cada vez mayor e iniciar una vida tranquila en familia. Sin embargo, un día, su hijo se quemó severamente los ojos jugando en el estudio con la pólvora de magnesio usada para el flash. Los médicos afirmaron que el niño no recobraría la vista y se pronunciaron a favor de la ablación de un ojo. En una lectura, Cayce aseguró que Hugh Lynn no había perdido la vista; éste necesitaba permanecer en un cuarto oscuro durante dos semanas, teniendo constantemente sobre los ojos compresas impregnadas de la solución recetada por los doctores, a la que se agregó otro ingrediente. No hubo intervención quirúrgica, y cuando se le quitaron los vendajes, ¡el niño veía! Los periódicos locales narraron lo acontecido, de modo que Cayce volvió a ser famoso y a dictar lecturas además de ocuparse de su estudio fotográfico. También, al igual que en todas las ciudades donde había vivido, participaba en las actividades de la parroquia y enseñaba el catecismo. El 9 de febrero de 1918, Gertrude y Edgar tuvieron otro hijo, Edgar Evans.

La Asociación para la Investigación y el Desarrollo Espiritual (ARE)

Con el número creciente de solicitudes para lecturas, surgió una dificultad: mucha gente no encontraba médicos dispuestos a observar las instrucciones de un hombre que ni siquiera conocían y que diagnosticaba, en trance, las enfermedades de pacientes que a menudo él jamás había visto. Cayce empezó a soñar con un hospital en el que doctores, enfermeros y terapeutas aplicarían los tratamientos mencionados en las lecturas.

Este sueño del hospital le llevó a asociarse con hombres que buscaban petróleo en Texas. Edgar viajó a ese Estado para realizar lecturas sobre posibles sitios de explotación. Se edificó una torre y se perforó un pozo, mas nunca se alcanzó el yacimiento a causa de múltiples obstáculos. Subrayando que los datos que proporcionaban no debían utilizarse con fines de lucro personal, las lecturas señalaron que algunos de los socios de Cayce no compartían su anhelo de crear un hospital y sólo querían enriquecerse.

Después de esta tentativa decepcionante que había durado cuatro años, Edgar retornó a Selma. Reanudó su existencia en el punto en que la había dejado, con su esposa, sus dos hijos, su trabajo y su función en la Iglesia. Sus clases de catecismo se hicieron las más populares de la región, gracias a la capacidad que tenía de dar vida a los personajes y a los relatos bíblicos. En septiembre de 1923, contrató a Gladys Davis como secretaria para que transcribiese todo lo que se decía en las lecturas, en aquel entonces conducidas por Gertrude.

Hasta esa época, la información psíquica comunicada por Cayce trataba exclusivamente de medicina. No obstante, Arthur Lammers, impresor en la ciudad de Dayton, Ohio, apasionado por la filosofía y la metafísica, pidió una lectura acerca de su horóscopo. En la parte final, Edgar enunció que Lammers había sido monje en el pasado, planteando así la hipótesis de la reencarnación y abriendo la puerta a nuevas perspectivas.

Esta revelación constituyó un dilema para Cayce: él no dudaba de la utilidad y de la exactitud de las lecturas en materia de salud; pero tal referencia directa a la reencarnación le parecía oponerse a los principios cristianos tradicionales. Rezó al respecto, interrogó su ser interior, efectuó lecturas, y releyó la Biblia completa manteniendo la idea de la reencarnación. De esta manera, adquirió una sublime visión de unidad entre las grandes religiones del mundo, centrada en el cristianismo.

Edgar Cayce descubrió que el concepto de la reencarnación se basaba en las siguientes nociones filosóficas: la vida es eterna y tiene un propósito; todo lo que existe emana de Dios y forma parte de Dios; como almas, somos hijos del Creador y, por ende, iguales; hemos recibido el libre albedrío -un día, elegimos el camino del altruismo. Cayce se dio cuenta de que la reencarnación, compatible con cualquier religión, concordaba con su propio entendimiento de las enseñanzas de Cristo.

A partir de ese momento, Edgar realizó lecturas, no sólo sobre el cuerpo físico, sino también sobre la mente y el alma, así como sobre las vidas anteriores de la gente que lo consultaba y las repercusiones de dichas experiencias previas en su encarnación actual. Estas disertaciones fueron denominadas lecturas de vida. Con el tiempo, la información transmitida se diversificó y abarcó una amplia gama de asuntos. Entre otros, abordó preceptos mentales y espirituales, puntos de vista inéditos concernientes a la psicología y a la parapsicología, consejos para mejorar nuestras relaciones personales, la historia de la Creación, las civilizaciones desaparecidas, una descripción fascinante de la vida de Jesús.

Siendo cada vez más solicitado, Cayce abandonó su estudio fotográfico a fin de dedicarse plenamente a las lecturas y de buscar apoyo financiero para la edificación del hospital. Comenzó a aceptar donaciones, aunque nunca se negó a ayudar a quienes no podían pagar. Debido al indiscutible beneficio de las lecturas, varias personas se ofrecieron a patrocinar el hospital con el que tanto soñaba. Sin embargo, un grupo quería construirlo en Chicago, otro en Dayton, mientras que las lecturas especificaban Virginia Beach o sus alrededores. Finalmente, Morton Blumenthal, agente de cambio en la bolsa de valores de Nueva York, consintió en financiar el proyecto en el lugar indicado.

En septiembre de 1925, la familia Cayce y Gladys Davis se mudaron a Virginia Beach, Virginia. En 1927, se fundó una organización, Association of National Investigators, Inc. (Asociación de Investigadores Nacionales), para analizar y experimentar la información contenida en las lecturas. Su lema era: Manifestemos nuestro amor por Dios y la humanidad. Un año después, el 11 de noviembre de 1928, se inauguró el Hospital Edgar Cayce. Los pacientes acudían de todo el país, deseosos de conseguir lecturas y de ser atendidos por un personal competente. En las lecturas, Cayce diagnosticaba las enfermedades y prescribía diversos métodos de tratamiento, desde una modificación del régimen alimenticio hasta una intervención quirúrgica. No favorecía ninguna rama de la medicina, sino que las recomendaba todas, seleccionando en cada caso las más adecuadas.

En octubre de 1929, empezó la gran crisis económica. A pesar de ésta, se abrió en 1930, con orientación humanística, Atlantic University (Universidad Atlántica). El hospital funcionó hasta febrero de 1931, fecha en la cual tuvo que cerrar y la organización disolverse, por falta de recursos financieros. La universidad logró sobrevivir hasta Navidad.

En junio del mismo año, se creó el A.R.E., Association for Research and Enlightenment, Inc. (Asociación para la Investigación y el Desarrollo Espiritual), con el objetivo de estudiar y de difundir las lecturas de Cayce. La Asociación se concentró esencialmente en la medicina holística y la curación espiritual; la reencarnación; los sueños y su interpretación; los fenómenos psíquicos; el poder de la mente; la oración y la meditación; los principios filosóficos y espirituales.

Numerosas personas que querían desarrollar su percepción extrasensorial se dirigieron a Edgar Cayce. Él solía contestarles que primero debían esforzarse por elevar su nivel de conciencia, ya que lo psíquico provenía del alma. Les aseguraba que si cultivaban los valores espirituales, sus facultades psíquicas se acentuarían de manera natural, según sus necesidades y el motivo de su presente encarnación. Cayce les explicaba que, de estar dispuestos a incorporar los preceptos de las lecturas a sus creencias religiosas o filosóficas, obtendrían resultados provechosos; de lo contrario, más valía que dejaran de lado la información de las lecturas y se olvidaran de ellas.

Con los años, se ampliaron las aptitudes psíquicas de Cayce. En una oportunidad, salió corriendo de la habitación donde se hallaba, totalmente angustiado porque acababa de ver que tres soldados jóvenes, en quienes estaba pensando, no regresarían de la guerra. También, distinguía las auras, definidas como el campo de energía luminosa existente alrededor de las cosas vivientes. A través de las mismas, percibía el estado físico y emocional de la gente.

A medida que se extendía su reputación, más escépticos llegaban a Virginia Beach con el único propósito de acusarlo de fraude. Tarde o temprano, todos se convencían de su sinceridad y de la autenticidad de su obra, y muchos solicitaban lecturas. Uno de ellos, el escritor Thomas Sugrue, católico ferviente que había venido con la intención de poner en evidencia lo que consideraba una impostura, terminó redactando la biografía There is a River (Existe un río), publicada en 1943 mientras Cayce aún vivía. De modo similar, la revista Coronet, sumamente popular en aquella época, divulgó las conclusiones de su indagación en un artículo titulado: El hombre milagroso de Virginia Beach. Este reportaje tuvo tanto éxito que Cayce se hizo más famoso que nunca.

En plena segunda guerra mundial, Edgar Cayce recibía una voluminosa correspondencia en demanda de ayuda. Incrementó el número de lecturas cotidianas a seis, ignorando sus lecturas personales que le exhortaban a realizar un máximo de dos al día. No obstante, era preciso pedir una lectura con dos años de antelación.

En la primavera de 1944, Edgar comenzó a debilitarse. Aunque las lecturas le aconsejaban reposo, se sentía obligado a continuar asistiendo a quienes recurrían a él. Finalmente, lo venció el agotamiento y, al igual que había efectuado su primera lectura para sí mismo en 1901, se dictó la última, en septiembre de 1944. Ésta le instaba a suspender sus actividades; cuando Gertrude preguntó por cuánto tiempo, la respuesta fue: Hasta que se recupere o se muera. Casi enseguida sufrió un ataque de apoplejía y quedó parcialmente paralizado. Hacia fines del año, sus amigos temieron lo peor. Edgar les dijo que sanaría después de año nuevo, pero ellos comprendieron que anunciaba en realidad su muerte, la cual ocurrió el 3 de enero de 1945. Hasta entonces, nadie se había percatado de que Gertrude, en su generoso afán por ocultar sus propios tormentos, estaba seriamente enferma. Ella expiró unos tres meses más tarde, el domingo de Pascua.

El Legado de Cayce

Mientras los hijos de Cayce combatían en la guerra, Gladys Davis se dedicó a archivar, clasificar y catalogar la información de las lecturas que ella misma había, en gran parte, anotado y dactilografiado con esfuerzo y paciencia. Concluyó el proyecto en 1971, ¡un cuarto de siglo después de haberlo iniciado! En el curso de su trabajo, pudo apreciar la amplitud y la diversidad de los temas mencionados en las lecturas. Éstas cubren unos diez mil asuntos diferentes y contestan casi todas las interrogantes imaginables en el tiempo de Cayce. Además de asumir esa considerable tarea, Gladys fue secretaria de las organizaciones vinculadas a la obra de Cayce, hasta su muerte en 1986 a la edad de ochenta y un años.

Por su parte, Hugh Lynn Cayce se hizo cargo del A.R.E. Despertó el interés de muchos en los conceptos holísticos de las lecturas y en el rol de la Asociación. Cuando falleció en 1982, la cifra total de miembros había aumentado de algunos cientos a decenas de miles. En la actualidad, innumerables personas en el mundo se benefician del legado de Edgar Cayce sobre la salud, la reencarnación, los sueños, la percepción extrasensorial, la meditación, el crecimiento espiritual, el estudio comparativo de las religiones, la existencia después de la muerte, la astrología, las profecías, los problemas mundiales, y más.

¿De dónde provenía el saber comunicado en las lecturas? En general, Cayce lo adquiría de dos maneras distintas: entrando en contacto con el subconsciente de quienes solicitaban las lecturas; y recurriendo a los registros akáshicos, que él llamaba también el libro de la memoria de Dios, archivos completos para todas las almas desde su creación, inscritos en las coordenadas espacio-tiempo. Teniendo acceso a las fuentes universales de conocimiento, Cayce era capaz de disertar acerca de cualquier materia.

Hoy en día, varias organizaciones utilizan los datos psíquicos suministrados por Edgar Cayce en trance. El A.R.E., Association for Research and Enlightenment, Inc. (Asociación para la Investigación y el Desarrollo Espiritual), es una asociación de envergadura mundial que sigue examinando y documentando los preceptos de las lecturas. Comparte los mismos por medio de publicaciones, de conferencias, de reuniones, así como de actividades educativas, culturales y sociales para adultos y jóvenes. Edgar Cayce Foundation (Fundación Edgar Cayce) es una organización autónoma legalmente responsable de las lecturas. Compara las nociones transmitidas por Cayce con las procedentes de otras tendencias. Atlantic University (Universidad Atlántica), que había cerrado sus puertas en 1931, las abrió de nuevo en 1985; ofrece un programa de maestría en estudios transpersonales. Cayce-Reilly School of Massotherapy (Escuela de Masoterapia Cayce-Reilly) forma masajistas y terapeutas según los fundamentos holísticos de las lecturas. A.R.E. Health Services Department (Departamento de Salud del A.R.E.) usa esos conceptos en sus terapias naturales. Health and Rejuvenation Research Center (Centro de Investigaciones sobre la Salud y el Rejuvenecimiento) atiende a pacientes y profundiza en los asuntos médicos abordados por Cayce, tomando en cuenta los adelantos de la medicina moderna.

La existencia de todas estas organizaciones atestigua que la información psíquica contenida en las lecturas de Edgar Cayce, fotógrafo de principios del siglo XX oriundo del campo, ha pasado exitosamente la prueba de la intensa investigación a la que está sometida desde hace muchos años.

CRECIMIENTO ESPIRITUAL, ORACION Y MEDITACION

Uno de los temas fundamentales de las lecturas se refiere a nuestra relación con la Fuerza Creadora. Por esta razón, durante once años, de 1931 a 1942, Edgar Cayce dictó una serie de ciento treinta lecturas a un grupo de personas interesadas en las leyes espirituales (el Grupo de Estudio nº 1). Al principio, ciertos miembros del grupo sólo querían aprender a desarrollar sus poderes psíquicos. Cayce les dijo que, más bien, debían esforzarse por progresar espiritualmente. Les explicó que, según sus necesidades personales y el motivo de su presente encarnación, sus facultades extrasensoriales resultarían de su perseverancia en analizar y poner en práctica los principios universales.

La información compilada por el Grupo de Estudio nº 1 a partir de esa serie de lecturas dio lugar al libro En busca de Dios, el cual expone conceptos espirituales aplicables en la vida cotidiana. El mismo nos despierta a la verdad, nos hace entender nuestra auténtica naturaleza divina y nos conduce hacia la Luz. Nos revela el propósito de la existencia y nos ayuda a cumplir nuestra misión en la tierra. Nos brinda paz, esperanza y la sublime felicidad de sentirnos en armonía con el Creador y con nuestros semejantes. Mostrándonos que formamos parte de Dios y somos uno en Él, nos alienta a contribuir a la edificación de un mundo mejor y a convertirnos en nobles instrumentos de la voluntad del Señor, en puras expresiones del amor universal. Los preceptos que ofrece han sido acogidos por gente de todas las tendencias religiosas. Continúan inspirando y transformando a innumerables personas, permitiéndoles elevar su nivel de conciencia a través de la oración, la meditación, la cooperación, la fe, la paciencia y el altruismo. Hoy en día, existen en el mundo muchos grupos de estudio, nombre genérico de los grupos de discusión que se reúnen semanalmente para profundizar en los temas abordados en las lecturas de Edgar Cayce.

Según Cayce, somos seres espirituales actualmente encarnados en la tierra. En efecto, el hombre no es un cuerpo físico dotado de un alma, sino un alma que se encuentra en la materia a fin de sacar provecho de sus experiencias y de retornar a la Fuente suprema. En la Biblia también, vemos que el ser espiritual (Génesis 1) fue creado antes que el ser físico (Génesis 2). Puesto que comprender y manifestar nuestra verdadera relación con Dios y la Creación constituyen la finalidad de nuestra presencia sobre la tierra, deberíamos meditar regularmente. Notemos que Cayce ya mencionaba y recomendaba la meditación en 1921, cuando la mayoría de la gente en el mundo occidental ni siquiera sabía lo que era. Se empezó a hablar de la misma en los años 1970, aunque para muchos siguió siendo una noción extraña, propia de las religiones orientales. Desde entonces, abundantes investigaciones clínicas han demostrado su influencia positiva sobre la salud y el bienestar en general. Numerosos médicos la reconocen ahora como una manera eficaz de reducir la hipertensión arterial, de disminuir el estrés y de lograr más serenidad.

Meditar consiste en aquietar el cuerpo y la mente, y en cesar de concentrar nuestra atención en el mundo exterior, a fin de unirnos a Dios en el silencio de nuestro santuario interior. La meditación actúa favorablemente en el plano físico, relajando el cuerpo; en el plano mental, calmando los pensamientos y las ansiedades; y en el plano espiritual, renovando la energía vital y estimulando nuestros atributos divinos. Esto nos permite llevar una existencia más útil, mejorar nuestras relaciones con las personas que nos rodean y enfrentar con ánimo las dificultades que se presentan. Al dedicar cada día un rato a liberar la mente de las múltiples preocupaciones que la asaltan, vamos recobrando la plena conciencia de nuestra esencia divina. Podemos decir que orar es dirigirnos a Dios y hablarle, mientras que meditar significa escuchar a Dios, dejando que nos instruya y nos guíe la parte de nuestro ser que se halla en constante comunión con el Infinito.

Aplicando algunas reglas sencillas, la meditación está al alcance de todos, e incluso los principiantes perciben los efectos beneficiosos de un período de silencio motivado por un ideal elevado.

La primera etapa requiere que se adopte una posición confortable; por ejemplo, sentarse en una silla, con la espalda recta, los pies planos en el suelo, los ojos cerrados y las manos en el regazo o a los costados. Empezar a relajarse efectuando respiraciones lentas y profundas, inspirar hondo y retener un poco el aire en los pulmones antes de espirar despacio. Al mismo tiempo, ir buscando con la mente las tensiones existentes en el cuerpo, y sucesivamente eliminarlas usando la imaginación o masajeando las zonas correspondientes con la yema de los dedos.

La segunda etapa radica en concentrarse en un pensamiento pacífico e inspirador, llamado afirmación: por ejemplo, la paz me envuelve y reina en mí, estoy en un estado de relajación total, un versículo de la Biblia, un aforismo espiritual como Dios es Amor. Conviene impedir que la mente vagabundee o se extravíe en las tareas a desempeñar, lo que acaba de ocurrir en el trabajo, u otras consideraciones. Después de reflexionar sobre el mensaje de la afirmación, analizando cada palabra con cuidado, es necesario impregnarse de su significado. En efecto, las impresiones experimentadas en el ser interior impactan mucho más que las palabras mismas. Así, no basta con repetir Dios es Amor, pues es el sentimiento que acompaña esta aserción el que le da su fuerza y su amplitud.

La tercera etapa representa la meditación en sí. Consiste en permanecer en silencio, sumergiéndose en los sentimientos producidos por la afirmación. En cuanto la mente se desvía, es indispensable volver a concentrarse, primero en el sentido de las palabras de la afirmación y luego en los sentimientos que éstas suscitan. No desalentarse si la mente divaga: poder fijar la atención en un solo pensamiento exige tiempo. Al principio, observar períodos de silencio de unos cinco minutos, pero ir aumentándolos hasta quince o veinte minutos después de cierto entrenamiento.

La cuarta etapa precisa que se envíen buenos pensamientos u oraciones a otras personas antes de concluir la sesión de meditación. Por ejemplo, en el caso de haber elegido el amor como tema central, dirigir este sentimiento hacia los seres queridos y quienquiera que lo necesite. Practicándola cotidianamente, la meditación se hace cada vez más fácil, y la quietud que emana de esos momentos de concentración silenciosa y de recogimiento se refleja en todos los aspectos de la vida. A diferencia de quienes sostienen que la mente debe quedar inactiva, porque se deja distraer y altera el proceso de meditación, Cayce declara en las lecturas que el poder creador de la mente puede utilizarse de manera adecuada para alcanzar un alto grado de armonización con la Fuente Universal.

Meditar regularmente propicia la curación física, mental y espiritual. Gracias a las afirmaciones constructivas que empleamos y al ideal que mantenemos durante la meditación, nuestras tendencias negativas desaparecen, siendo reemplazadas por actitudes más positivas.

Por lo general, desperdiciamos horas en ocupaciones que ningún beneficio nos aportan, mientras que un ratito reservado a la oración y a la meditación nos proporcionaría más paz, alegría y plenitud que cualquier otra actividad. Busquemos primero el reino de los cielos, que está dentro de nosotros. La palabra y las promesas divinas son eternas: invoquemos al Señor, sabiendo que somos el templo del Dios viviente, que el Todopoderoso reside en nuestro santuario interior. En el silencio de la meditación, una vez relajado el cuerpo, serena la mente y olvidadas las preocupaciones, nos abrimos a nuestra naturaleza espiritual y nos unimos a la Fuerza Creadora.

Las lecturas de Edgar Cayce subrayan que todos deberíamos meditar, pues la comunión con Dios es primordial. En efecto, el alma, nuestro ser superior, no se complace sino en lo divino y aspira a morar en el seno del Creador. La meditación asidua nos ayuda a comprender y manifestar nuestra relación íntima con el Señor, a aplicar los principios universales en la vida diaria, a distinguir la omnipresencia de Dios, y a prepararnos para que la transición que llamamos muerte constituya un paso adicional hacia el entendimiento cada vez más perfecto del Padre.

MUCHO MAS QUE OTRO VIDENTE ...

Desde la infancia, Edgar Cayce (1877-1945) sabía que él era alguien diferente, y eso no le gustaba. Todo había empezado cuando estaba en su Kentucky natal, el día en que el maestro de la escuela le había dicho 
a su padre:

« Lo siento, Leslie. pero he llegado a pensar que tu hijo es un débil mental. No quiere aprender o, tal vez, no puede. Ayer ha estado tranquilo durante toda la clase sin apartar los ojos del pizarrón. Y bien, cuando le he pedido algo tan simple como deletrear una palabra, se ha quedado con la boca estúpidamente abierta, incapaz de pronunciar una sola letra.»

El maestro no se había equivocado. A los diez años, Edgar Cayce era un mal alumno, muy tranquilo, pero distraído y soñador, siempre absorto en no se sabía qué secretos pensamientos. En realidad, Edgar a esa edad sólo se interesaba en la lectura de la Biblia y en las conversaciones que sostenía con amiguitos imaginarios o con su abuelo difunto. Su madre, que estaba al tanto de tales hechos, los consideraba con indulgencia; pero el padre, Leslie Cayce, no entendía las cosas de esa manera. Era un granjero bastante orgulloso como para no tolerar el tener por hijo a un desastroso estudiante. Después de su conversación con el maestro, volvió a la granja, muy decidido a enseñar ortografía a su hijo, aunque fuera por la fuerza.

Durante una larga tarde, Edgar se encontró así frente a frente con su padre. Este, después de haber deletreado todas las palabras de la lección, lo interrogaba a intervalos regulares, siempre con el mismo resultado negativo, a tal punto que el niño, agotado, terminó por dormirse sobre el libro. Cuando el padre se percató de ello. temiendo haber sido demasiado severo, lo despertó de una palmada y le ordenó irse a la cama.

- Eres un asno - gruñó – decididamente me desesperas.

- Creo que sé mi lección ahora - contestó entonces el niño, pudiendo deletrear claramente y sin ningún error todas las palabras contenidas en el libro, aun aquellas que el padre no le había preguntado.

Edgar Cayce había aprendido su lección durmiendo. Al día siguiente, el padre esparció esta noticia, a pesar de no comprender nada de lo ocurrido, pero derivando de ello, de todas maneras, un ingenuo orgullo. El maestro, escéptico, pidió a Edgar repetir la hazaña. Ante la estupefacción general, el niño aprendió con una facilidad desconcertante, después de haber dormido algunos minutos, el contenido de sus libros de historia y de geografía.

Algunos días más tarde realizó un nuevo prodigio que aumentó su flamante popularidad. Una tarde, después de la escuela, Edgar llegó a su casa en un estado de excitación inhabitual. Visiblemente, tenía fiebre. Lo metieron a la cama y no tardó en caer en una especie de coma. Toda la familia, inquieta rodeaba el lecho 
del niño enfermo sin saber qué hacer, hasta que en su delirio, él empezó a hablar con voz clara y autoritaria:

- Recibí una pelota de béisbol en la espalda - dijo - La única manera de sanarme es de hacer una cataplasma especial y aplicármela en la nuca. Pronto, si no, mi cerebro arriesga quedar irremediablemente dañado.

Siempre dormido, dio los nombres de algunas hierbas que debían servir para preparar la cataplasma. Sus padres, vivamente impresionados, prepararon la receta rápidamente. A la mañana siguiente , Edgar se despertó como de costumbre, sin dar ningún signo de la enfermedad que en la víspera había inquietado tan fuertemente a sus padres.

- Mi hijo es capaz de todo cuando duerme – pregonaba por todas partes su padre.

- Tú tienes un don, Edgar - le dijo su abuela maravillada.

«Verdaderamente - pensó entonces el niño, que ignoraba el sentido de la palabra clarividencia - no soy como todo el mundo ». Sin que se lo dijera a nadie, esa idea no dejaba de atormentarlo.

«Ser como todo el mundo...» era la principal ambición de Edgar cuando, a la edad de veintidós años se instaló con sus padres en Hopkinsville y comenzó a trabajar como vendedor en una librería. A pesar de su don, los recursos de su familia no le habían permitido hacer estudios secundarios y había renunciado a la esperanza de ser médico o pastor, de cuidar los cuerpos o las almas. En esa época se había encontrado 
con la que debía ser su compañera en los buenos y malos momentos, y no aspiraba más que a juntar el dinero suficiente para fundar un hogar. En la vida cotidiana, su extraño don de clarividencia le servía a veces para adivinar los deseos de sus clientes, para encontrar objetos perdidos , para sorprender a sus superiores con una memoria impactante y rápida; pero él prefería no pensar sobre ello. Las cosas habrían continuado de esta manera, si su prometida, Gertrudis, no le hubiera planteado un caso de conciencia que debía tener resultados imprevisibles:

- Edgar - le dijo ella un día - yo soy la más dichosa de las mujeres; pero, hay algo que me inquieta. Tú no hablas jamás de esos dones extraños, de esos poderes que posees. ¿No querrías saber cuáles eran los designios de Dios al dártelos? ¿Por qué no entras en lo profundo de ti y rezas para que Él te ayude a encontrar el empleo de esos dones?

- Estoy demasiado ocupado en ganarme la vida, Gertrudis - respondió Edgar en un tono sin réplica.

Pero en esa noche misma, fue presa de violentos dolores de cabeza que persistieron durante varios días, 
en tanto que su voz se debilitaba hasta llegar a ser un cuchicheo imperceptible.

- Es un signo - gritó Gertrudis aterrorizada - No tienes el derecho de dilapidar un don que tú sólo en el mundo posees.

- Es una inhibición de los centros nerviosos - declararon los médicos – una afonía, un curioso síntoma histérico.

Lo que fuera, durante varios meses ningún tratamiento pudo devolver a Edgar su voz normal, ni siquiera los intentos de un hipnotizador renombrado que se sentía seguro de tener éxito en curarlo. Fue entonces cuando Alan Layne entró en escena.

Desde siempre Alan Layne soñó con ser médico. Su falta de dinero y su mala salud le habían impedido seguir esos estudios. Se consoló tomando cursos de osteopatía por correspondencia. Habiendo oído hablar del caso de Edgar, le propuso hipnotizarlo él mismo. La experiencia fue intentada. En presencia de Layne, Cayce se abismó en un trance profundo, se auto diagnosticó una parálisis de las cuerdas vocales debida a una tensión nerviosa excesiva e indicó qué sugestiones debían serle hechas para restablecer un circuito nervioso normal. Al despertar, su voz volvió a ser fuerte y clara. Layne, maravillado, le pidió repetir esa experiencia con él mismo, Edgar describió todos los síntomas de Layne, le explicó exactamente todo lo que no funcionaba bien en él y le dio una lista detallada de los tratamientos que necesitaba para sanarse, incluidos los medicamentos que debía tomar. Layne cumplió estas indicaciones al pie de la letra y en un 
par de semanas había recuperado la salud. Así Edgar Cayce había devenido un sanador, a pesar suyo. Debía empezar una nueva vida para él, una vida que no tenía nada de común con la existencia de un hombre normal.

La noticia de estas dos curaciones rnilagrosas se extendió rápidamente por la ciudad y numerosos enfermos incurables solicitaron de Edgar Cayce un diagnóstico , una sanación si fuera posible. Agitado por una grave crisis de conciencia, presionado por Layne y por su prometida, Gertrudis, Edgar dudaba todavía. Su más querido deseo había sido siempre ser útil, servir a sus semejantes , sanar; pero en tales condiciones, ¿tenía derecho a hacerlo? Su primera reacción fue negativa. Quiso expresar a Layne su rechazo, pero, por segunda vez la ansiedad le hizo perder la voz. Nueva afonía, nuevo síntoma histérico, nuevo signo de lo Desconocido tal vez. Después de esta segunda prueba, Edgar se resignó a aceptar su destino. Se le pedía sanar, él sanaría. Bajo ciertas condiciones, sin embargo.

A contar de ese día, empezó a trabajar en equipo con Layne, quien transcribía las «lecturas» o diagnósticos obtenidos por el examen interno del paciente practicados por Cayce en estado de trance, durante el cual se paseaba literalmente al interior del cuerpo del enfermo. Para no dejarse influir por la presión de la multitud que quería consultarlo, rehusó tener contactos personales previos y aceptar pagos por sus servicios. Su anhelo era el de ser reconocido por los médicos aunque estos, la mayor parte del tiempo, alzaban los hombros ante el anuncio de sus diagnósticos, considerándolos imprevisibles, desconcertantes, descabellados y, sin embargo, justos. ¡Qué importaba! Cayce tenía su conciencia tranquila. El no era un charlatán. Para mantener muy modestamente a su familia, ejercía otra profesión, repartiendo su tiempo entre un laboratorio fotográfico ( su verdadero oficio) y sus consultas psíquicas. Por lo demás, ¿acaso no veía lo que los médicos no podían ver?

Edgar materializaba los cuerpos de sus pacientes a distancia. Era capaz de distinguir claramente un botón de plástico, indiscernible en una radiografía, que, atascado en la garganta de una niñita, amenazaba asfixiarla. Algo más extraño todavía, daba consultas anticipadas para enfermos desconocidos que iban a presentarse en los días siguientes, y prescribía medicamentos todavía en estudio o pociones caídas en el olvido después de cincuenta años. Al salir de sus trances, no se acordaba de nada.

«¿Qué he dicho?», balbuceaba ansioso. Se le citaban nombres de remedios desconocidos, plantas, incluso substancias venenosas. Sólo podía sacudir la cabeza: «Tengo tanto temor de cometer un error .. ».

Pero él no se equivocaba. Las drogas o las manipulaciones de la columna vertebral que ordenaba, se revelaban siempre eficaces. Por otra parte, sabía que si dudaba, lo amenazaba la ansiedad, y la crisis de afonía estaba en acecho. El aceptaba entonces lo que consideraba como su misión, con una sola reserva: no quería aceptar honorarios, tampoco quería que su don fuera utilizado para otros fines que los medicinales.

Después de haber fijado tan categóricamente sus condiciones, fue con una gran amargura que Cayce se enteró un día que Layne, su amigo, su hombre de confianza, único testigo de sus trances hipnóticos, abusaba de su don. La visita de un propietario de minas en Nortonsville (Kentucky) vino a poner en evidencia la superchería:

- Mi mina es próspera gracias a usted - había declarado - He venido a agradecérselo. Es usted quien ha descubierto mi filón.

- ¡Yo he hecho eso! - exclamó Cayce desconcertado. Así, que no contento con presionarlo continuamente para que aceptara honorarios contra su voluntad, Layne no había respetado el convenio. Dolorosamente herido por sentirse un instrumento en las manos de su asistente, Edgar Cayce – siguiendo los consejos de un amigo médico, Dr. Blackburn - decidió romper esa asociación y someterse a diferentes tests delante de una asamblea de médicos. Estos, después de haberle clavado agujas en el cuerpo y un alfiler de sombrero debajo de las uñas, llegaron a la conclusión de que había una perfecta anestesia en un estado alterado de consciencia; pero se retiraron sin pronunciarse sobre sus talentos médicos.

Aquello ocurría en 1906 y el renombre de Cayce no hacía más que aumentar. Se le pedía entonces hacer predicciones sobre los valores bursátiles, identificar criminales. Cuando aceptaba prestarse a estas demandas se le producían jaquecas intolerables. El no deseaba más que sanar y curar, como se lo aconsejaba una voz interior. En forma semi legal, retomó sus consultas haciéndose asistir, primero, por el Dr. Blackburn, quien le daba confianza, y luego por un homeópata llamado Wesley Ketchum. Este, durante una sesión de hipnosis, le había pedido - sin que Edgar lo supiera - que explicara sus extraños poderes. 
«Mi cerebro - respondió Cayce dormido - es sensible a la sugestión, igual que los subconscientes de todas las otras personas, pero el mío tiene el poder de interpretar lo que él obtiene del subconsciente de los demás. El subconsciente no olvida nada. El consciente recibe las impresiones del exterior y las transfiere 
al subconsciente donde ellas permanecen aun si el consciente es destruido» . Aparentemente, cuando estaba en trance, se despertaba una inteligencia diferente en Cayce, una inteligencia capaz de seleccionar y de utilizar instantáneamente todo el conocimiento circulante en la humanidad.

Durante el verano de 1910, la Sociedad Nacional de Médicos Homeópatas tenía una conferencia en Pasadena (California). El Dr. Ketchum decidió asistir y presentar un trabajo que produjera estupefacción entre sus colegas. Era joven y ambicioso y tenía entre manos un material que debía causar sensación. En 
el curso de dos «lecturas» ejecutadas en su presencia, Cayce había diagnosticado casos que habían puesto en aprietos a los médicos y los tratamientos que él había prescrito fueron seguidos con excelentes resultados. Sin que Cayce lo supiera, el Dr. Ketchum redactó su informe, lo leyó y emocionó al auditorio. 
Un médico de Boston sugirió remitir el informe a un seminario de la Sociedad Americana de Investigación Clínica. El Dr. Ketchum no dudó en seguir su consejo y, siempre a espaldas de Cayce, envió un artículo que concluía así:

«Desearía conocer las opiniones y sugerencias de mis colegas con la finalidad de encontrar el mejor método para poner esto a disposición de la ayuda a la humanidad. Estaría dichoso si ustedes me hicieran llegar los nombres y las direcciones de los casos más complejos de que dispongan y yo ensayaría probar lo que me he esforzado en describir».

Era un desafío destinado a reducir al silencio a los médicos más escépticos. Inmediatamente la prensa se apoderó del asunto y dos artículos aparecidos en septiembre en el «Boston Record Herald» y en el «New York Times», transformaron en algunos días el renombre local de Cayce en una celebridad nacional.

Este último, sin embargo, estaba muy descontento. El asunto había sido lanzado sin su consentimiento, y 
él detestaba la publicidad. Ketchum, al ser apremiado a explicarse, reveló entonces su plan. El había organizado una sociedad que comprendía, además de Cayce y de él mismo, al padre de Cayce y a un tal Alberto Noe. Cayce podría de esa manera ejercer en forma más legal. Después de algunas vacilaciones, Cayce aceptó siempre bajo condiciones. Exigía que cada palabra pronunciada durante sus trances fuera transcrita por un taquígrafo, que las consultas fueran limitadas a dos por día y reservadas exclusivamente 
a personas enfermas, que los honorarios fueran razonables y que las personas que no tuvieran medios para pagar fueran tratadas gratuitamente. Por su parte, él rehusaba toda remuneración y quería sostener las necesidades de su familia gracias a la explotación de su estudio fotográfico.

El convenio funcionó así durante varios meses a la satisfacción de todos, hasta que una serie de pruebas dolorosas cayeron sobre Edgar Cayce. Una tarde, cuando estaba a punto de dejar su consultorio, se le avisó que su segundo hijo, una creatura de pocos días de vida, estaba moribundo y que el médico llamado en su ausencia desesperaba de salvarlo. Enloquecido, Cayce se preparó para hacer una «lectura» sobre el caso del recién nacido; pero, al despertar, el rostro de su padre que asistía a la sesión revelaba una profunda tristeza. «¿Qué he dicho?» murmuró Cayce presa de un terrible presentimiento. Leslie Cayce bajó la cabeza sin responder. Edgar había pronosticado la muerte de la criatura para dentro de algunas horas. Por la primera vez, después de haber salvado a centenares de personas, Cayce había hecho su diagnóstico demasiado tarde.

También, cuando el doctor de la familia le anunció poco después que su mujer, Gertrudis, estaba afectada de una grave lesión pulmonar acompañada de hemoptisis, Cayce se preparó a formular su diagnóstico con una viva aprensión. Absorbido por sus actividades de servicio, acaso también esta vez ¿no habría descuidado la salud de su familia? Cuando abrió los ojos se sintió aliviado de saber que había declarado 
que su mujer viviría. El tratamiento que ordenó era el siguiente: una poción a base de heroína, inhalaciones de aguardiente de manzana y manipulaciones osteopáticas de la columna vertebral. Esta última prescripción parecía ridícula para lo que se suponía ser una infección bacteriana de los pulmones, una tuberculosis avanzada. Los especialistas que se encontraban a la cabecera de la enferma se alejaron descorazonados. Pero, para su gran sorpresa, el estado de Gertrudis mejoró rápidamente. El tratamiento de Cayce, tan inaceptable para la época, se aproximaba a una opinión hoy día admitida por ciertos osteópatas, según la cual problemas de la columna vertebral pueden originar trastornos orgánicos que se agravan, a veces, hasta llegar a la lesión.

La curación de su mujer le había traído no sólo la confirmación de sus talentos sino, además, una grande y reconfortante alegría. Pero, aún no llegaba el fin de sus preocupaciones. Estas culminaron la tarde en que Ketchum vino a anunciarle que la sociedad estaba en riesgo financiero a causa de su obstinación en no querer aumentar los honorarios de las consultas. Algunos días después, fatigado y torturado por violentos dolores de cabeza, Cayce convocó a su socio. Él se había dado cuenta de que toda predicción relativa a problemas financieros le dejaba deprimido y presa de penosos malestares.

Ketchum, turbado, tuvo que admitir que lo había interrogado durante un trance sobre ciertos aspectos financieros de la situación.

- En este caso, lo lamento - le dijo firmemente Cayce - pero me veo obligado a separarme de ti.

Sin embargo, cuando la puerta se hubo cerrado tras su ex socio, Cayce se abandonó a un profundo desaliento. De nuevo, se le había engañado, utilizado, cuando estaba en estado de hipnosis. ¿En quién podría confiar? Buscó largo tiempo la repuesta a este interrogante antes de darse cuenta que la sola persona fiel y sincera, apta para cumplir este papel, se encontraba desde siempre a su lado. En adelante, 
su mujer, Gertrudis, conduciría y taquigrafiaría las sesiones. Por fin liberado de la obsesión de ver que, a pesar suyo, se utilizara su don para fines que él desaprobaba, Cayce pudo reanudar sus lecturas siempre prodigiosas, anticipadas, a distancia, en lenguas extranjeras, de las que en estado de vigilia no conocía ni una palabra. Con los años, sus milagros se multiplicaban y su renombre seguía acrecentándose.

En Birmingham, un grupo de doctores, cansados de escuchar los relatos de estas incomprensibles curaciones, decidieron confrontar a Edgar Cayce. Se reunieron y propusieron una experiencia. Un enfermo incurable, que agonizaba lentamente en una clínica de la región, sería sometido al diagnóstico de Cayce. Este aceptó el desafío. Al momento de la lectura ignoraba el nombre del enfermo y el lugar en el que se encontraba. Se durmió e hizo una descripción precisa de los síntomas externos. Uno de los médicos presentes estalló en risa:

- Este hombre no hace más que leer en nuestros cerebros. Todos los doctores aquí presentes conocen al enfermo y han diagnosticado su caso.

Cayce no se turbó en absoluto.

- Si yo leo en vuestras mentes - replicó - decidme, cuál de vosotros conoce el hecho que voy a enunciar. Después de haber examinado al enfermo esta mañana, se ha presentado una nueva complicación. Una erupción muy grave se ha producido entre el primero y el segundo dedo del pie izquierdo. Cuando hayan verificado este hecho, continuaré con mi diagnóstico...

Algunos de los médicos fueron enviados en el acto a la clínica, y regresaron muy pronto, desconcertados. 
El nuevo síntoma señalado por el extraordinario medium pudo ser observado por ellos. Cayce había confundido a los médicos, pero no se envaneció por eso. Poco cuidadoso de su gloria, estaba entonces ocupado de un nuevo sueño, el de fundar un hospital en Virginia Beach, como se lo dictaba su voz interior.

Tuvo que llegar el año 1928 para ver la realización de este proyecto, gracias al apoyo de uno de sus antiguos pacientes, Morton Blumenthal , quien financió la empresa después de haber sido él mismo objeto de una curación milagrosa. El hospital, situado cerca del mar, contaba con una treintena de habitaciones, instalaciones médicas modernas y un laboratorio, donde se preparaban nuevos medicamentos según las formulas proporcionadas por las lecturas de Cayce. El hospital funcionó durante tres años, tratando centenares de casos presuntamente incurables; pero debió cerrarse en 1931 a causa de una mala gestión administrativa.

Cayce no estuvo allí para ver su reapertura, la que tuvo lugar en 1956. Él falleció el 3 de enero de 1945, a la edad de sesenta y ocho años, no sin antes haber previsto la fecha de su propia muerte con algunos días de anticipación. Nunca había esclarecido el origen de su poder paranormal. Fue detenido dos veces por ejercicio ilegal de la medicina, y dejado después en libertad. No había realizado su sueño de convencer a 
las Facultades de Medicina, y no había sido sostenido más que por su fe. En la actualidad, un Comité de Investigación creado en 1958 estudia los casi 15.000 relatos de curaciones que Cayce ha dejado tras él. Entre las más impactantes visiones descritas por quien fue, tal vez, el más grande clarividente del siglo pasado, algunas conciernen al karma, a la transmigración de almas, y al desarrollo de poderes psíquicos. Otras se refieren más directamente a los años venideros:

«La Tierra se fracturará en la parte oeste de América . Una gran parte del Japón será sumergida. La parte superior de Europa se transformará en un instante. Una tierra aparecerá frente a la costa este de América. Habrán levantamientos en el Artico y en la Antártica que provocarán erupciones volcánicas en las regiones tórridas y, en seguida, un desplazamiento de los polos de manera que las regiones frías, templadas y semi tropicales llegarán a ser más cálidas. Este período se situará entre 1958 y 1998, y en el siglo siguiente, 
se producirán cambios todavía más importantes en la superficie del globo».

Claude Valin

Traducido y extractado por Sonia Ramírez de 
Question de 
Editions Retz 
París



INTRODUCCION A SU OBRA : LECTURAS O PROFECIAS.

Murió el 5 de enero de 1945, llevándose un secreto que ni él mismo había podido penetrar y que le asustó toda la vida. La "Fundación Edgar Cayce", de Virginia Beach, que cuenta con médicos y con psicólogos, prosigue el análisis de los legajos.

Desde 1958, los estudios sobre la clarividencia gozan en América de créditos importantes. Es que se piensa en los servicios que podrían prestar, en el terreno militar, los hombres aptos para la telepatía y la precognición. Entre todos los casos de clarividencia, el de Cayce es el más puro, el más evidente y el más extraordinario.

El pequeño Edgar Cayce estaba muy enfermo. El médico rural estaba a la cabecera de su lecho. No había manera de sacar al muchacho de su estado de coma. De pronto, bruscamente, sonó la voz de Edgar, clara y tranquila. Y, sin embargo, dormía. "Le diré lo que tengo. He recibido un golpe en la columna vertebral con una pelota de béisbol. Hay que hacer una cataplasma especial y aplicármela en la base del cuello".

Con la misma voz, el chiquillo dictó la lista de plantas que había que mezclar y preparar. "De prisa, pues el cerebro está en peligro de ser alcanzado". Por si acaso, le obedecieron. Por la noche, había cedido la fiebre. Al día siguiente, Edgar se levantó, fresco como una lechuga. No se acordaba de nada. Ignoraba la mayoría de las plantas que había mencionado. Así comenzaba una de las historias más asombrosas de la medicina.

Cayce, campesino de Kentucky, completamente ignorante, poco inclinado a usar su don, y que se lamentaba sin cesar de no ser "como todo el mundo", cuidará y curará, en estado de sueño hipnótico, a más de quince mil enfermos, debidamente homologados.

Obrero agrícola en la granja de uno de sus tíos, después dependiente de una librería de Hopkinsville y por último dueño de una tiendecita de fotografía donde se propone pasar tranquilamente sus días, hace de taumaturgo contra su voluntad.

Su amigo de la infancia, Al Layne, y su novia, Gertrudis, unirán sus fuerzas para obligarle. Y no por ambición, sino porque no tiene derecho a guardarse su poder, a negarse a ayudar a los afligidos. Al Layne es un tipo enfermizo, siempre está malo, se arrastra.

Cayce consiente en dormirse: describe los males y dicta los remedios. Cuando se despierta exclama: "Esto no es posible; no conozco la mitad de las palabras que has anotado. ¡No tomes esas drogas, es peligroso! No comprendo nada. ¡Todo esto es cosa de magia!"

Se niega a volver a ver a Al y se encierra en su gabinete de fotografía. Ocho días más tarde, Al llama a su puerta: jamás se ha encontrado tan bien. La pequeña ciudad se conmueve; todos quieren consultarle. "No voy a ponerme a curar a la gente porque hablo en sueños". Acaba por aceptar, con la condición de no ver a los pacientes, por miedo de que, al conocerlos, su juicio se vea influido; con la condición de que algún médico asista a las sesiones; con la condición de no cobrar un céntimo y no recibir siquiera el menor regalo.

Los diagnósticos y las prescripciones formulados en estado hipnótico son de una precisión y sutileza tales, que los médicos están convencidos de que se trata de un colega disfrazado de curandero. Limita sus sesiones a dos por día. No es que tema la fatiga, pues sale de sus sueños muy descansado. Es que quiere seguir siendo fotógrafo. No trata en absoluto de adquirir conocimientos médicos. No lee nada, continúa siendo el hijo de unos campesinos, provisto de un vago certificado de estudios. Y se rebela contra su extraña facultad. Pero, en cuanto decide dejar de emplearla, se queda afónico.

Un magnate de los ferrocarriles americanos, James Andrews, acude a consultarle. Le prescribe en estado de hipnosis, una serie de drogas y, entre ellas, cierta agua de orvale. No hay manera de encontrar este remedio. Andrews hace publicar anuncios en las revistas médicas, sin resultado. En el curso de otra sesión, Cayce dicta la composición de aquel agua, extremadamente complicada.

Después, Andrews recibe una respuesta de un joven médico parisiense: el padre de este francés, que también era médico, había elaborado el agua de orvale, pero había dejado de explotarla hacía cincuenta años. La composición era idéntica a la "soñada" por el modesto fotógrafo.

El secretario local del "Sindicato de Médicos" se apasiona por el caso Cayce. Convoca un comité de tres miembros, que asiste a todas las sesiones estupefacto. El Sindicato General Americano reconoce las facultades de Cayce y le autoriza oficialmente a realizar "consultas psíquicas".

Cayce se ha casado. Tiene un hijo de ocho años, Hugh Lynn. El niño, jugando con unas cerillas, provoca la explosión de un depósito de magnesio. Los médicos pronostican la ceguera total en plazo breve y recomiendan la ablación de un ojo.

Aterrorizado, Cayce se sume en uno de sus sueños. En estado hipnótico, se pronuncia contra la ablación y prescribe quince días de aplicación de compresas de ácido tánico. Según los especialistas es una locura. Y Cayce, presa de los mayores tormentos, apenas se atreve a desoír sus consejos. Al cabo de quince días, Hugh Lynn está curado.

Un día, después de una consulta, sigue dormido y dicta, una tras otra, cuatro recetas muy precisas. No se sabe a quién pueden referirse, y es que han sido formuladas por anticipado para los cuatro próximos enfermos. En el curso de una sesión, prescribe un medicamento al que llama Codirón y da la dirección de un laboratorio de Chicago.

Llaman por teléfono. ¿Cómo pueden haber oído hablar del "Codirón"? Todavía no ha sido puesto a la venta. Precisamente acabamos de realizar la fórmula y de ponerle el nombre. Cayce, aquejado de una enfermedad incurable que sólo él conocía, muere el día y a la hora que había anunciado: El cinco por la noche, estaré definitivamente curado. Curado del mal de ser "algo distinto".

Interrogado durante su sueño sobre su manera de proceder, había declarado (sin acordarse de nada al despertar, como de costumbre) que se hallaba en condiciones de ponerse en contacto con cualquier cerebro humano viviente y de utilizar las informaciones contenidas en aquel o en aquellos cerebros para dar el diagnóstico y el tratamiento de los casos que se le presentaban.

Era tal vez una inteligencia diferente la que entonces se animaba en Cayce, y que utilizaba todos los conocimientos de la Humanidad, como se utiliza una biblioteca. pero casi instantáneamente, o al menos a la velocidad de la luz o de la electromagnética.

Pero nada nos permite explicar el caso de Edgar Cayce, de esta manera o de otra. Lo único que se sabe cierto es que un fotógrafo de pueblo, sin curiosidad ni cultura, podía ponerse, a voluntad, en un estado en que su espíritu funcionaba como el de un médico genial, o mejor, como todos los espíritus de todos los médicos juntos.

Profecías.

Para Cayce, el regreso de Cristo viene asociado a un proceso de cambio mundial. Este cambio vendrá acompañado de una serie de grandes cataclismos, tras ese ajuste necesario, emergerá una nueva era y un periodo de paz. Estas son algunas de sus profecías:

"Un cambio en el eje terrestre alrededor del año 2000. La tierra se romperá en la porción oeste de América, y provocará la inundación de muchas regiones costeras, él vio los grandes lagos drenando en el Golfo de México. Japón se hundirá, la inundación de Europa del norte sucederá muy rápidamente.

"Emergerá una nueva tierra a las afueras de la costa oriental de América del Norte, se descubrirían afuera de la costa de Bimini esta será la mítica "Atlántida". La destrucción generalizada de las ciudades de Los Ángeles, San Francisco, la destrucción de Manhattan y desaparición de Nuevo York por grandes terremotos."

"Un gran deshielo polar afectará a gran parte del territorio de Inglaterra y gran parte de Japón se hundirá, la inundación de Europa del norte sucederá muy rápidamente."

"Erupciones volcánicas en regiones tropicales y un incremento de actividad volcánica en el borde del Pacífico."

"Un calentamiento general en áreas frías, y un enfriamiento de la áreas cálidas del globo."

"La segunda venida de Cristo, traerá una nueva era de paz.

"Muchos profetas a nivel individual y varias culturas tales como las de Los Mayas, los Hopi, y muchas otras han predicho el desplazamiento de los polos, ya sea en forma directa o alegórica, pero las predicciones de Edgar Cayce tienen un altísimo nivel de certeza.

Cayce y la meditación.

Algunas de las lecturas de Cayce se refirieron a la meditación y la forma en que debe hacerse. Anticipándose cuatro décadas a la introducción de la meditación en occidente (popularizada en los años sesenta), Cayce le atribuía efectos beneficiosos sobre espíritu, mente y cuerpo.

La meditación, que él definía como escuchar la voz divina de nuestro interior, debe comenzar por la relajación de cuerpo y el control de la respiración. Luego debe focalizarse la atención de la mente en una "afirmación", un único pensamiento positivo que produzca un efecto relajante, tranquilizador, como "Dios es amor" o "Estoy en paz".

Llegado a este punto, Cayce estableció dos niveles para continuar la meditación. El primero supone concentrar el pensamiento en las palabras de la afirmación. El segundo significa pasar a sentir su significado. En un ejemplo lo asimiló a la diferencia entre decir "quiero a mis hijos" y el sentimiento que expresan esas palabras.

Mantener la atención concentrada en este sentimiento no es nada fácil, y se obtendrá más efectividad con la práctica. Mientras tanto, cada vez que la atención se desvíe hacia otro tema es preciso regresar al pensamiento de las palabras para volver a centrarse en el sentimiento. Tres o cuatro minutos serán suficientes para empezar, aumentando la duración conforme se adquiere experiencia.

Cayce concedía gran importancia a los sueños, a los que atribuía una capacidad premonitoria sobre las cosas importantes que han de sucedernos. A través de ellos, además, se pueden buscar las claves del comportamiento y hasta de las enfermedades.

La existencia en los sueños de símbolos comunes a todas las personas y culturas no es óbice, según Cayce, para que cada uno sea el mejor intérprete de sus sueños. Para ello recomendó llevar puntualmente un registro diario de todos los sueños, no tanto sobre el recuerdo de los hechos concretos, sino sobre los sentimientos que experimentamos al despertar.

Asociando el sueño con los diferentes aspectos de la vida (salud, trabajo, relaciones, etc.) podremos determinar con qué aspecto está relacionado y de qué forma debemos aplicar a nuestras circunstancias los contenidos del sueño.

La reencarnación.

Profundamente religioso, buena parte de su obra está dedicada al servicio a los demás e impregnada de un fervoroso cristianismo. Consideraba que casi todas las religiones y filosofías monoteístas estaban influenciadas, directa o indirectamente, por un Dios único y común. En particular citaba el budismo, mahometismo, confucionismo, sintoísmo, brahmanismo, judaísmo y platonismo.

La interpretación que Cayce hacía del ser humano definía a los hombres como seres espirituales venidos a la Tierra para tener una experiencia material que nos permita regresar a nuestro estado espiritual. Una segunda finalidad de nuestra existencia sería la representación en la Tierra de la espiritualidad de Dios.

Contrariamente al concepto tradicional de "Karma", Cayce no le atribuye un significado como destino, sino como memoria que podemos aprovechar y utilizar para hacer una elección libre. Esta decisión conducirá nuestras futuras posibilidades de aprendizaje hacia la espiritualidad.

El concepto que Cayce tenía de la reencarnación supone la necesidad de asumir la paz y en entendimiento, y la obligación de sentir compasión por los demás por cuanto que todos somos iguales en nuestra existencia, por más que vivamos diferentes circunstancias en sucesivas encarnaciones.

Edgard Cayce y el concepto de integridad.

Las lecturas de Edgar Cayce contienen innumerables consejos prácticos sobre la manera de gozar de una buena salud. La naturaleza misma de gran parte de estas nociones revela Cayce que tenía al respecto ideas de vanguardia.

Sus sugerencias para recobrar la salud y conservarla, así como para equilibrar el estilo de vida, se apoyan en principios tales como régimen alimenticio apropiado, ejercicio físico, control de las actitudes y de las emociones, relajación y tiempo libre, purificación interna y externa del cuerpo. Según Cayce, el secreto de una buena salud reside mucho más en el cuidado acertado del cuerpo y en la medicina preventiva que en el tratamiento de las enfermedades cuando se declaran, o sea ‘más vale prevenir que curar’.

En el mundo occidental, Cayce fue uno de los precursores de una alimentación a base de frutas, verduras, pescado, aves y suficiente agua para depurar los órganos internos. (Conviene notar que hizo estas recomendaciones, y otras similares, en una época en que la mayoría de la población de los Estados Unidos consumía grandes cantidades de carne roja y de hidratos de carbono).

Los preceptos de Cayce sobre la salud y el arte de mantenerse en forma no se limitan a una dieta adecuada y a la práctica regular de ejercicio. Hace decenas de años, Cayce ya insistía sobre el rol de la mente en el equilibrio físico y en el bienestar de la gente.

La ciencia médica reconoce hoy en día que los pensamientos positivos aceleran los procesos de curación. Tanto Cayce como la medicina moderna afirman que el sentido del humor y la alegría contribuyen a restaurar la salud, mientras que las contrariedades, las tensiones y las actitudes negativas, por ejemplo las iras repetidas conscientes o inconscientes, favorecen las dolencias.

Incluso los que critican otros aspectos de la obra de Cayce estiman que sus consejos de salud son invalorables para estar en buenas condiciones físicas. Es interesante constatar que muchos tratamientos que prescribió entonces para casos aislados permanecen vigentes y pueden generalizarse.

Citemos la psoriasis y la esclerodermia: Cayce proponía alimentos específicos, manipulaciones vertebrales y otros remedios naturales. En los últimos años, cientos de personas afectadas de esos padecimientos se han mejorado al aplicar tales recomendaciones.

Las lecturas de Cayce, dictadas entre 1901 y 1944, se adelantaron a su época al mencionar la influencia de las actitudes y de las emociones sobre la salud; la medicina de las energías; la importancia de la oración; la curación espiritual. Además, anunciaron muchos descubrimientos venideros en la manera de abordar las cuestiones de salud. Así, Cayce declaró en 1927: "Llegará el día en que se diagnosticarán las enfermedades a partir de una sola gota de sangre." Esto es efectivamente muy común en la actualidad.

La salud integral, según Cayce, corresponde a la armonización de los tres componentes de la vida: físico, mental, espiritual. Se logra considerando al ser humano en su totalidad, cuerpo, mente y alma; no limitándose a tratar las dolencias. Por esta razón, a menudo se admite que la medicina holística contemporánea tiene su origen en las lecturas psíquicas de Edgar Cayce.

Fuese por un problema de salud o por otro asunto, las lecturas ocurrían en principio del siguiente modo: Edgar Cayce se tendía en un sofá y entraba en un trance autohipnótico, mientras su secretaria, Gladys Davis, sentada a su lado, se disponía a estenografiar lo que se diría durante la sesión. Una vez que Cayce estaba dormido, la persona que dirigía la lectura, usualmente su esposa Gertrude, le hacía la sugestión apropiada a fin de obtener la información requerida. Para las "lecturas físicas", Gertrude enunciaba:

"Usted estará en presencia del cuerpo de (nombre del interesado), que se encuentra en este momento en (nombre de la ciudad y dirección). Recorrerá el cuerpo con cuidado y lo examinará en detalle. Hablando claramente, a un ritmo normal, describirá los estados patológicos existentes y determinará su causa; indicará la forma de mejorarlos y de aliviar el cuerpo. También contestará las preguntas que se le hagan."

Cayce confirmaba: "Sí, nos hallamos en presencia del cuerpo." De haber efectuado, aun treinta años antes, una o varias lecturas para el paciente, solía añadir: "Ya hemos estudiado este caso", y retomaba donde se había detenido entonces, independientemente del tiempo transcurrido.

De ordinario, disertaba con su voz habitual y se refería a la persona como si ella estuviera en la habitación, encontrándose en algunas oportunidades a miles de kilómetros de distancia. Cayce establecía un diagnóstico circunstanciado, mencionando todo dato útil sobre la circulación sanguínea, el sistema nervioso y los órganos implicados. Después explicitaba cómo aliviar los males y, para terminar, respondía a las interrogantes. Señalemos que si alguien asistía a su propia lectura, sólo tenía que formular mentalmente una pregunta para que Cayce la contestara.

De las numerosas lecturas relativas a los principios curativos y a la medicina holística, se destaca que los fundamentos de una buena salud están resumidos en las siglas "C.A.R.E.": circulación, asimilación, relajación, eliminación. El rol de cada una de estas funciones es el siguiente:

En primer lugar, la circulación. La misma es primordial en los mecanismos de regeneración del cuerpo. Por ende, el estimularla mediante ejercicios físicos, masajes, o manipulaciones terapéuticas como las que se llevan a cabo en quiropráctica y en osteopatía, refuerza considerablemente los procesos naturales de curación.

En segundo lugar, la asimilación. Ésta representa la manera en que el cuerpo digiere la comida y reparte los nutrientes. Por un lado, la asimilación depende del régimen alimenticio: según las lecturas, éste debería consistir en el veinte por ciento de alimentos "ácidos" (o sea que acidifican el organismo), el ochenta por ciento de alimentos "alcalinos", y un litro y medio o dos litros de agua cada día. Por otro lado, depende del modo de preparar y de combinar los alimentos. Así, por ejemplo, las lecturas invitan a consumir regularmente cereales y cítricos, pero nunca en una misma comida, a causa de su incompatibilidad durante la digestión.

En tercer lugar, la relajación. Incluye, no sólo bastante sueño, sino también tiempo libre y recreo. Cayce afirmó en una lectura:

"Estos trastornos resultan de lo que se podría llamar desequilibrios ocupacionales: tiempo al sol y labor física insuficientes; demasiado trabajo intelectual, mientras que debería mantenerse la justa medida entre el alma, la mente y el cuerpo. Quien no reserva en su vida un lugar para el esparcimiento y no armoniza cada aspecto de su ser, se engaña a sí mismo. Tarde o temprano, se atendrá a las consecuencias."

En cuarto lugar, la eliminación. Es indispensable que el cuerpo expulse sus toxinas y purifique sus órganos internos para funcionar normalmente. Una alimentación adecuada, mucha agua por vía oral, movimientos respiratorios, ejercicio físico (caminar por ejemplo), baños de vapor, enemas, aseguran buenos mecanismos de eliminación. Cayce insistía en la importancia de evacuar el intestino todos los días.

El equilibrio entre la circulación, la asimilación, la relajación y la eliminación engendra curación, salud y longevidad.

Aunque ciertas recuperaciones fueron espectaculares, hagamos resaltar que las lecturas de Cayce nunca indicaron fórmulas o remedios milagrosos. Habitualmente, sugerían un conjunto de terapias que involucraban el organismo entero, así como los diferentes aspectos del ser. A pesar de sus poderes psíquicos, Cayce no era sanador. Por el contrario, gracias a los consejos de salud integral transmitidos en las lecturas, enseñaba a la gente la conducta apropiada para mejorar su estado físico o restablecerse de sus dolencias.

Acatar los tratamientos y las recomendaciones de las lecturas a veces exigía enormes esfuerzos y mucha constancia. A quienes recurrían a él acerca de sus afecciones, Cayce les preguntaba frecuentemente por qué deseaban curarse. En otras palabras, el paciente que, desde el momento en que se siente bien, retorna al estilo de vida que había provocado su enfermedad, se niega a afrontar las causas profundas de sus males. De desdeñar la lección ofrecida, corre el riesgo de exponerse a una adversidad mayor en el futuro.

Fuentes: Argemto, Lo Inexplicable, Léctornet.

Edgar Cayce . Psíquico americano Edgar Cayce, 1910 ,fue uno de los psíquicos más notables de Estados Unidos

Entre todos los casos de clarividencia, el de Cayce es el más puro, el más evidente y el más extraordinario .

Pero Edgard Cayce murió el 5 de enero de 1945, llevándose un secreto que ni él mismo había podido penetrar y que le asustó toda la vida.

La «Fundación Edgar Cayce», de Virginia Beach, que cuenta con médicos y con psicólogos, prosigue el análisis de sus legajos. Desde 1958, los estudios sobre la clarividencia gozan en América de créditos importantes. Es que se piensa en los servicios que podrían prestar, en el terreno militar, los hombres aptos para la telepatía y la precognición.

El pequeño Edgar Cayce estaba muy enfermo. El médico rural estaba a la cabecera de su lecho. No había manera de sacar al muchacho de su estado de coma. De pronto, bruscamente, sonó la voz de Edgar, clara y tranquila. Y, sin embargo, dormía. «Le diré lo que tengo. He recibido un golpe en la columna vertebral con una pelota de béisbol. Hay que hacer una cataplasma especial y aplicármela en la base del cuello.»

Con la misma voz, el chiquillo dictó la lista de plantas que había que mezclar y preparar. «De prisa, pues el cerebro está en peligro de ser alcanzado.»

Por si acaso, le obedecieron. Por la noche, había cedido la fiebre. Al día siguiente, Edgar se levantó, fresco como una lechuga. No se acordaba de nada. Ignoraba todo sobre la mayoría de las plantas que había mencionado.Así comenzaba una de las historias más asombrosas de la medicina.

Cayce, campesino de Kentucky, completamente ignorante, poco inclinado a usar su don, y que se lamentaba sin cesar de no ser «como todo el mundo», cuidará y curará, en estado de sueño hipnótico, a más de quince mil enfermos, debidamente homologados.

Obrero agrícola en la granja de uno de sus tíos, después dependiente de una librería de Hopkinsville, y por último, dueño de una tiendecita de fotografía donde se propone pasar tranquilamente sus días, hace de taumaturgo contra su voluntad.

Su amigo de la infancia, Al Layne, y su novia, Gertrudis, unirán sus fuerzas para obligarle. Y no por ambición, sino porque no tiene derecho a guardarse su poder, a negarse a ayudar a los afligidos. Al Layne es un tipo enfermizo, siempre está malo. Se arrastra. Cayce consiente en dormirse: describe los males y dicta los remedios. Cuando se despierta exclama: «Esto no es posible; no conozco la mitad de las palabras que has anotado. ¡No tomes esas drogas, es peligroso! No comprendo nada. ¡Todo esto es cosa de magia!»

Cayce se niega a volver a ver a Al y se encierra en su gabinete de fotografía. Ocho días más tarde, Al llama a su puerta: jamás se ha encontrado tan bien. La pequeña ciudad se conmueve; todos quieren consultarle. «No voy a ponerme a curar a la gente porque hablo en sueños.» Acaba por aceptar, con la condición de no ver a los pacientes, por miedo de que, al conocerlos, su juicio se vea influido, con la condición de que algún médico asista a las sesiones; con la condición de no cobrar un céntimo y no recibir siquiera el menor regalo.

Los diagnósticos y las prescripciones formulados en estado hipnótico son de una precisión y sutileza tales, que los médicos están convencidos de que se trata de un colega disfrazado de curandero. Limita sus sesiones a dos por día.

No es que tema la fatiga, pues sale de sus sueños muy descansado. Es que quiere seguir siendo fotógrafo. No trata en absoluto de adquirir conocimientos médicos. No lee nada, continúa siendo el hijo de unos campesinos, provisto de un vago certificado de estudios. Y se rebela contra su extraña facultad. Pero, en cuanto decide dejar de emplearla, se queda afónico.

Un magnate de los ferrocarriles americanos, James Andrews, acude a consultarle. Le prescribe en estado de hipnosis una serie de drogas y, entre ellas, cierta agua de orvale. No hay manera de encontrar este remedio. Andrews hace publicar anuncios en las revistas médicas, sin resultado.

En el curso de otra sesión, Cayce dicta la composición de aquella agua, extremadamente complicada. Después, Andrews recibe una respuesta de un joven médico parisiense; el padre de este francés, que también era médico, había elaborado el agua de orvale, pero había dejado de explotarla hacía cincuenta años. La composición era idéntica a la «soñada» por el modesto fotógrafo.

El secretario local del «Sindicato de Médicos» se apasiona por el caso Cayce. Convoca un comité de tres miembros, que asiste a todas las sesiones estupefacto. El «Sindicato General Americano» reconoce las facultades de Cayce y le autoriza oficialmente a realizar «consultas psíquicas».

Cayce se ha casado. Tiene un hijo de ocho años, Hugh Lynn. El niño, jugando con unas cerillas, provoca la explosión de un depósito de magnesio. Los médicos pronostican la ceguera total en plazo breve y recomiendan la ablación de un ojo. Aterrorizado, Cayce se sume en uno de sus sueños. En estado hipnótico, se pronuncia contra la ablación y prescribe quince días de aplicación de compresas de ácido tánico. Según los especialistas es una locura. Y Cayce, presa de los mayores tormentos, apenas se atreve a desoír sus consejos. Al cabo de quince días, Hugh Lynn está curado.

Un día, después de una consulta, sigue dormido y dicta, una tras otra, cuatro recetas muy precisas. No se sabe a quién pueden referirse, y es que han sido formuladas por anticipado para los cuatro próximos enfermos.

En el curso de una sesión, prescribe un medicamento al que llama «Codirón» y da la dirección de un laboratorio de Chicago. Llaman por teléfono. « ¿Cómo pueden haber oído hablar del "Codirón"? Todavía no ha sido puesto a la venta. Precisamente acabamos de realizar la fórmula y de ponerle el nombre.»

Cayce, aquejado de una enfermedad incurable que sólo él conocía, muere el día y a la hora que había anunciado: «El cinco por la noche, estaré definitivamente curado.» Curado del mal de ser «algo distinto».

Interrogado durante su sueño sobre su manera de proceder, había declarado (sin acordarse de nada al despertar, como de costumbre) que se hallaba en condiciones de ponerse en contacto con cualquier cerebro humano viviente y de utilizar las informaciones contenidas en aquel o en aquellos cerebros para dar el diagnóstico y el tratamiento de los casos que se le presentaban.

Era tal vez una inteligencia diferente la que entonces se animaba en Cayce, y que utilizaba todos los conocimientos de la Humanidad, como se utiliza una biblioteca, pero casi instantáneamente, o al menos a la velocidad de la luz o de la electromagnética.

Pero nada nos permite explicar el caso de Edgar Cayce, de esta manera o de otra. Lo único que se sabe cierto es que un fotógrafo de pueblo, sin curiosidad ni cultura, podía ponerse, a voluntad, en un estado en que su espíritu funcionaba como el de un médico genial, o mejor, como todos los espíritus de todos los médicos juntos.

Murió el 5 de enero de 1945, llevándose un secreto que ni él mismo había podido penetrar y que le asustó toda la vida. La «Fundación Edgar Cayce», de Virginia Beach, que cuenta con médicos y con psicólogos, prosigue el análisis de los legajos. Desde 1958, los estudios sobre la clarividencia gozan en América de créditos importantes. Es que se piensa en los servicios que podrían prestar, en el terreno militar, los hombres aptos para la telepatía y la precognición. Entre todos los casos de clarividencia, el de Cayce es el más puro, el más evidente y el más extraordinario. 
 

El pequeño Edgar Cayce estaba muy enfermo. El médico rural estaba a la cabecera de su lecho. No había manera de sacar al muchacho de su estado de coma. De pronto, bruscamente, sonó la voz de Edgar, clara y tranquila. Y, sin embargo, dormía. «Le diré lo que tengo. He recibido un golpe en la columna vertebral con una pelota de béisbol. Hay que hacer una cataplasma especial y aplicármela en la base del cuello». Con la misma voz, el chiquillo dictó la lista de plantas que había que mezclar y preparar. «De prisa, pues el cerebro está en peligro de ser alcanzado»Por si acaso, le obedecieron. Por la noche, había cedido la fiebre. Al día siguiente, Edgar se levantó, fresco como una lechuga. No se acordaba de nada. Ignoraba la mayoría de las plantas que había mencionado. Así comenzaba una de las historias más asombrosas de la medicina. 
  
 

Cayce, campesino de Kentucky, completamente ignorante, poco inclinado a usar su don, y que se lamentaba sin cesar de no ser «como todo el mundo», cuidará y curará, en estado de sueño hipnótico, a más de quince mil enfermos, debidamente homologados.
  
 

Obrero agrícola en la granja de uno de sus tíos, después dependiente de una librería de Hopkinsville y por último dueño de una tiendecita de fotografía donde se propone pasar tranquilamente sus días, hace de taumaturgo contra su voluntad. Su amigo de la infancia, Al Layne, y su novia, Gertrudis, unirán sus fuerzas para obligarle. Y no por ambición, sino porque no tiene derecho a guardarse su poder, a negarse a ayudar a los afligidos. Al Layne es un tipo enfermizo, siempre está malo, se arrastra. Cayce consiente en dormirse: describe los males y dicta los remedios. 
  
 

Cuando se despierta exclama: «Esto no es posible; no conozco la mitad de las palabras que has anotado. ¡No tomes esas drogas, es peligroso! No comprendo nada. ¡Todo esto es cosa de magia!» Se niega a volver a ver a Al y se encierra en su gabinete de fotografía. Ocho días más tarde, Al llama a su puerta: jamás se ha encontrado tan bien.La pequeña ciudad se conmueve; todos quieren consultarle. «No voy a ponerme a curar a la gente porque hablo en sueños». Acaba por aceptar, con la condición de no ver a los pacientes, por miedo de que, al conocerlos, su juicio se vea influido; con la condición de que algún médico asista a las sesiones; con la condición de no cobrar un céntimo y no recibir siquiera el menor regalo. 
  
 

Los diagnósticos y las prescripciones formulados en estado hipnótico son de una precisión y sutileza tales, que los médicos están convencidos de que se trata de un colega disfrazado de curandero. Limita sus sesiones a dos por día. No es que tema la fatiga, pues sale de sus sueños muy descansado. Es que quiere seguir siendo fotógrafo. No trata en absoluto de adquirir conocimientos médicos. No lee nada, continúa siendo el hijo de unos campesinos, provisto de un vago certificado de estudios. Y se rebela contra su extraña facultad. Pero, en cuanto decide dejar de emplearla, se queda afónico. 
  
 

Un magnate de los ferrocarriles americanos, James Andrews, acude a consultarle. Le prescribe en estado de hipnosis, una serie de drogas y, entre ellas, cierta agua de orvale. No hay manera de encontrar este remedio. Andrews hace publicar anuncios en las revistas médicas, sin resultado.

En el curso de otra sesión, Cayce dicta la composición de aquel agua, extremadamente complicada. Después, Andrews recibe una respuesta de un joven médico parisiense: el padre de este francés, que también era médico, había elaborado el agua de orvale, pero había dejado de explotarla hacía cincuenta años. La composición era idéntica a la «soñada» por el modesto fotógrafo.El secretario local del «Sindicato de Médicos» se apasiona por el caso Cayce. 
  
 

Convoca un comité de tres miembros, que asiste a todas las sesiones estupefacto. El «Sindicato General Americano» reconoce las facultades de Cayce y le autoriza oficialmente a realizar «consultas psíquicas». 
Cayce se ha casado. Tiene un hijo de ocho años, Hugh Lynn. El niño, jugando con unas cerillas, provoca la explosión de un depósito de magnesio. 
  
 

Los médicos pronostican la ceguera total en plazo breve y recomiendan la ablación de un ojo. Aterrorizado, Cayce se sume en uno de sus sueños. En estado hipnótico, se pronuncia contra la ablación y prescribe quince días de aplicación de compresas de ácido tánico. Según los especialistas es una locura. Y Cayce, presa de los mayores tormentos, apenas se atreve a desoír sus consejos. Al cabo de quince días, Hugh Lynn está curado.

Un día, después de una consulta, sigue dormido y dicta, una tras otra, cuatro recetas muy precisas. No se sabe a quién pueden referirse, y es que han sido formuladas por anticipado para los cuatro próximos enfermos. En el curso de una sesión, prescribe un medicamento al que llama «Codirón» y da la dirección de un laboratorio de Chicago. Llaman por teléfono. «¿Cómo pueden haber oído hablar del "Codirón"? Todavía no ha sido puesto a la venta. Precisamente acabamos de realizar la fórmula y de ponerle el nombre».Cayce, aquejado de una enfermedad incurable que sólo él conocía, muere el día y a la hora que había anunciado: «El cinco por la noche, estaré definitivamente curado». Curado del mal de ser «algo distinto».

Interrogado durante su sueño sobre su manera de proceder, había declarado (sin acordarse de nada al despertar, como de costumbre) que se hallaba en condiciones de ponerse en contacto con cualquier cerebro humano viviente y de utilizar las informaciones contenidas en aquel o en aquellos cerebros para dar el diagnóstico y el tratamiento de los casos que se le presentaban. Era tal vez una inteligencia diferente la que entonces se animaba en Cayce, y que utilizaba todos los conocimientos de la Humanidad, como se utiliza una biblioteca. pero casi instantáneamente, o al menos a la velocidad de la luz o de la electromagnética. Pero nada nos permite explicar el caso de Edgar Cayce, de esta manera o de otra. Lo único que se sabe cierto es que un fotógrafo de pueblo, sin curiosidad ni cultura, podía ponerse, a voluntad, en un estado en que su espíritu funcionaba como el de un médico genial, o mejor, como todos los espíritus de todos los médicos juntos.

En 1890, un niño de trece años tuvo la visión de una mujer con aspecto angelical que le preguntó cuál era su mayor deseo en la vida. El, sin dudarlo un momento, respondió que deseaba ayudar a los demás, especialmente a los niños enfermos.

Su nombre era Edgar Cayce. Había nacido en Hopkinsville, un pequeño pueblo de Kentucky, el 18 de marzo de 1877. La precaria situación económica de su familia le obligó a abandonar muy pronto sus estudios, a pesar de que estaba obteniendo muy buenos resultados.

El secreto de su extraordinaria capacidad de memorización era una extraña habilidad para provocarse un estado especial de sueño. Durmiendo de esta forma sobre sus libros de texto, podía recordar después todo lo que contenían.

Trabajó en una librería como vendedor hasta 1898. Entonces sufrió una extraña afección en la garganta que ningún médico supo diagnosticar con exactitud. Paralizadas las cuerdas vocales hasta impedirle hablar más que con un susurro, Edgar tuvo que dejar su empleo, aunque pronto consiguió otro en un estudio fotográfico.

Después de ocho meses sin que ningún médico pudiera resolver su problema, Edgar pidió a un amigo que le asistiera mientras se provocaba de nuevo el estado de sueño que tan buenos resultados le había dado con sus estudios. Durante el trance comenzó a hablar con toda normalidad, describiendo su enfermedad y un sencillo tratamiento que en poco tiempo curó la dolencia. 
 

  A partir de 1923, las revelaciones de sus trances fueron llamadas lecturas y empezaron a registrarse en grabaciones y por escrito. Solía dictar dos de ellas cada día, y dejó un total de 14.305. 
 

 Interesados por la solución de un problema que habían sido incapaces de resolver por sí mismos, algunos médicos empezaron a colaborar con Edgar en una serie de experiencias que muy pronto mostraron unos resultados espectaculares. Cayce era capaz de diagnosticar enfermedades y prescribir tratamientos para cualquier persona del mundo con sólo conocer su nombre y dirección.

En 1910 el New York Times publicó un artículo a página completa sobre Edgar y sus aptitudes, basado en un informe que el Doctor Wesley Ketchum había remitido a la Clinical Research Society de Boston. Esta difusión provocó que personas de todo el país acudieran a Edgar para solicitar su ayuda.

Durante el trance autohipnótico, Cayce podía responder cualquier pregunta que se le hiciera, y pronto superó las cuestiones físicas para abordar también cuestiones psicológicas, morales o religiosas.

Edgar Cayce murió en Virginia Beach el 3 de enero de 1945. Desde entonces está considerado el vidente y psíquico más notorio de la historia, hasta el punto de que se han escrito más de 300 libros sobre su vida y sus lecturas.



MAS LECTURAS Y PROFECIAS :

Las diferentes categorías de "lecturas"

      Durante cuarenta y tres años, Edgar Cayce puso al servicio de la humanidad el don relevante que tenía de entrar en un sueño autohipnótico en el que su mente trascendía el espacio y el tiempo. En este estado de profunda meditación, podía disertar sobre cualquier materia. Las "lecturas" de Cayce constituyen una inestimable colección de documentos, a la cual cada vez más gente acude en todo tipo de circunstancias, ya sea para equilibrar su alimentación, mejorar sus relaciones personales, restablecerse de una dolencia declarada incurable o acercarse a Dios.

     Edgar Cayce es conocido esencialmente por sus lecturas sobre la salud y el tratamiento de las enfermedades. Sin embargo, no se limitó al cuerpo físico y abarcó unos diez mil asuntos distintos, la mayoría de los cuales se reparten en cinco grandes temas: salud y medicina holística; reencarnación y karma; sueños e interpretación de los sueños; percepción extrasensorial y fenómenos psíquicos; crecimiento espiritual, oración y meditación.

     Las lecturas mismas, 14.306 existentes en la actualidad, han sido divididas en tres categorías principales:

Las "lecturas de salud" o "lecturas físicas" (9.603), referentes a la salud y a la medicina. 
Las "lecturas de vida" (1.920), concernientes a la mente, el alma, la reencarnación y la astrología. 
Las "lecturas especiales" (956), que consisten en series de lecturas efectuadas por Cayce sobre una materia determinada, como Atlántida, Egipto, las cuestiones mundiales, el funcionamiento de la Asociación, los preceptos para el desarrollo espiritual, la curación por medio de la oración. 
     A ellas se agregan las "lecturas de negocios" (747), que tratan problemas financieros, industriales o comerciales; las "lecturas oníricas" (630), que reúnen todas las efectuadas sobre los sueños; y las "lecturas mentales-espirituales" (450), con consejos específicos de orden mental o espiritual.

Percepción extrasensorial 
y fenómenos psíquicos

¿Qué dicen las lecturas de Edgar Cayce sobre la percepción extrasensorial y los fenómenos psíquicos? 
 

    La historia de Edgar Cayce abunda en ejemplos de percepción extrasensorial y de fenómenos psíquicos. La aptitud que él tenía de efectuar lecturas se califica de percepción extrasensorial, pues le permitía conocer nociones y hechos que nunca había estudiado, o ver gente, lugares y sucesos que no se encontraban en su campo visual normal. En trance, Cayce podía disertar sobre cualquier materia, contestar cualquier pregunta, describir cualquier escena, y hablar de todo lo que concernía a una persona: su salud, sus emociones, sus cualidades, su entorno, su vida actual, sus encarnaciones pasadas.

    Debido a que hay varios tipos de facultades paranormales y muchas formas de expresar esa comunicación fuera del ámbito de los sentidos físicos, los especialistas han dividido la 'percepción extrasensorial' en diversas categorías, con el propósito de definir mejor los fenómenos involucrados.

    De manera general, la percepción extrasensorial se refiere a la capacidad de recibir o de enviar información por medios ajenos a los cinco sentidos. En otras palabras, se trata de la posibilidad de entrar en contacto con alguien o algo sin que intervengan la vista, el oído, el tacto, el olfato ni el gusto. Según las lecturas de Edgar Cayce, es un atributo que todos podemos cultivar y utilizar, porque existe, latente, en nuestra alma.

    Una primera clase de percepción extrasensorial es la telepatía. Ésta requiere que sintonicemos con la mente de otra persona. Mientras vivía en el Estado de Kentucky, Cayce pronunció una lectura para un abogado neoyorquino.[1] Lo vio fumar un cigarro, le oyó silbar cierta melodía y asistió a su entrevista con un cliente; luego, lo vio leer tres cartas y hablar por teléfono con alguien cuyo nombre inclusive mencionó. Estos actos fueron verificados más tarde. Gracias a sus facultades extrasensoriales, Cayce describió todo lo que el hombre hacía en Nueva York. Otro ejemplo de telepatía es cuando pensamos repentinamente en un amigo de quien no tenemos noticias desde hace mucho tiempo, y él se manifiesta en breve.

    Una segunda clase de percepción extrasensorial es la clarividencia, definida como la aptitud de acceder a un conocimiento que nadie posee. Así, podemos tomar unos naipes, barajarlos y probar a nombrarlos o, por lo menos, a determinar su color. Para que mostremos facultades de clarividencia, el número de respuestas correctas debe ser mayor que el dado por el cálculo de probabilidades. El resultado no tiene que ser cien por cien exacto, sino superar de manera significativa y consistente la esperanza matemática. En cambio, si pedimos a alguien que mire cada carta y se concentre en ella antes de que adivinemos lo que es, se trata de telepatía. A fin de ilustrar la diferencia entre telepatía y clarividencia, consideremos una lectura realizada en Virginia Beach para un muchacho de doce años hospitalizado en el Estado de Ohio.[2] Cayce mencionó que el niño tenía fiebre e indicó su temperatura. Un médico confirmó ulteriormente esta información. Según la hora en que se tomó la temperatura del niño, antes o después de la lectura, Cayce dio muestras de telepatía o de clarividencia. En efecto, en el primer caso, había podido leer la mente de una persona, doctor o enfermera, que conocía el dato.

    Una tercera clase de percepción extrasensorial es la precognición, o sea la capacidad de ver los eventos con antelación, de hacer predicciones o de emitir advertencias sobre el futuro. Un ejemplo radica en las impresiones de "déjà-vu". Muchos experimentamos, en algún momento, la sensación de haber vivido anteriormente lo que estamos atravesando. Así, podemos entrar en un lugar desconocido y percatarnos de que nos es muy familiar; o conversar con un amigo y darnos cuenta de que sabemos de antemano lo que va a decir. Las lecturas de Cayce explican que este fenómeno deriva a menudo de que nuestros sueños nos dejan entrever los acontecimientos venideros. Aunque hayamos olvidado aquellos sueños premonitorios, revivimos ciertos episodios de los mismos en forma de sensaciones de "déjà-vu". La precognición es frecuente en la obra de Edgar Cayce. Un día, al terminar una lectura para un muchachito que se moría en Nueva York[3], Cayce dictó espontáneamente otra, sobre los problemas de salud de una mujer del Estado de Missouri quien había recurrido a él en varias ocasiones. Después de haber enviado a dicha señora el texto de su lectura,[4] Cayce recibió una carta, cuya fecha era posterior a la misma lectura, en la cual la persona solicitaba de nuevo ayuda acerca de sus dolencias. Cuando efectuaba lecturas para niños, Cayce revelaba sus talentos ocultos, anticipaba su manera de ser o de actuar como adultos y, a veces, indicaba decisiones que tomarían en su vida privada o profesional. En 1929, Cayce presagió el fracaso de la bolsa de valores de Nueva Yorkmás de seis meses antes de que ocurriera.[5] También anunció la declaración de la segunda guerra mundial; y sabía que fallecería mientras sus hijos todavía estuvieran combatiendo en el extranjero. Si bien algunos han calificado a Cayce de "profeta", él nunca tuvo esta pretensión. De hecho, se describió en una lectura como "un servidor humilde, débil y sin mérito"[6] Hizo muy pocas predicciones concernientes a los eventos mundiales, esencialmente porque tales pronósticos se supeditan a innumerables factores e influencias externas. Notemos que cuando un vidente intenta discernir el futuro, su previsión se basa en los sucesos actuales. Percibe lo que se producirá si la situación sigue en la misma línea y si la gente se resiste a cambiar sus hábitos o sus actitudes. Pero el ser humano puede, en cualquier momento, emplear su libre albedrío para transformar su propia existencia. Si suficientes personas se enmiendan, el curso de los acontecimientos históricos se modifica y las predicciones se hacen menos válidas. La Biblia relata cómo el profeta Jonás fue enviado a la corrupta ciudad de Nínive a fin de anunciar su destrucción próxima y exhortarla al arrepentimiento. Los habitantes creyeron en la advertencia de Jonás y abandonaron su mala conducta, por lo cual Dios los salvó.[7] En consecuencia, el resultado de las profecías y la información obtenida mediante la precognición dependen de muchos más elementos que la telepatía y la clarividencia.

    Una cuarta clase de percepción extrasensorial es la retrocognición, o facultad de ver los eventos pasados. Cuando Cayce realizaba una "lectura de vida", se le especificaban generalmente la fecha y el lugar de nacimiento del interesado. Comenzaba por retroceder en el tiempo hasta el nacimiento de la persona, enumerando, a veces, algunos hechos importantes de su presente encarnación. Por ejemplo, en una lectura dictada en 1938, comentó: "1936, año agitado; de 1935 a 1932, período de disturbios; de 1931 a 1926, poca paz [...]".[8] En otra ocasión, Cayce recibió datos incorrectos acerca de una joven de dieciocho años de edad. Al remontarse a su nacimiento, exclamó: "¡Ella no figura aquí!" Después de una corta pausa, agregó: "Ahora sí, la hemos ubicado; parece que hubo una equivocación en cuanto a la fecha y al lugar indicados." Se verificó posteriormente que la persona había nacido el 23 de enero de 1919 en Nueva York y no el 24 en la ciudad de Cleveland, Ohio, tal como se le había comunicado a Cayce.[9] Más de once años antes del descubrimiento, en 1947, de los manuscritos del mar Muerto, las lecturas mencionaron a una secta judía que los eruditos conocían muy poco en aquel entonces: los Esenios. Cayce dio amplios detalles sobre su manera de vivir y de trabajar. Entre otras cosas, señaló que tanto los hombres como las mujeres eran admitidos en su comunidad. Esto iba en contra de las convicciones de los expertos, quienes creían que los Esenios formaban una orden monástica compuesta únicamente de hombres. No obstante, excavaciones arqueológicas efectuadas en Qumran, cerca del sitio donde se habían encontrado los manuscritos del mar Muerto, evidenciaron en 1951, seis años después de la muerte de Cayce, que hombres y mujeres integraban la sociedad esenia.

    Acaban de citarse algunos casos de percepción extrasensorial que aparecen en las lecturas de Edgar Cayce. Éstas enuncian que las facultades psíquicas constituyen cualidades del alma; luego son inherentes a la naturaleza humana y existen en cada persona. Ya que "lo psíquico proviene del alma"[10], podemos, con bastante facilidad, tener experiencias paranormales recurriendo a diversos métodos o a estímulos externos. Sin embargo, las lecturas advierten que las experiencias que no se apoyan en un ideal elevado son frecuentemente engañosas o peligrosas. Asimismo, recalcan que el desarrollo de nuestras aptitudes extrasensoriales no debe ser una finalidad, sino un medio de crecer en espíritu, de conocernos mejor a nosotros mismos y de ayudar al prójimo.

    Mucha gente juzga los fenómenos psíquicos extraños, insólitos, incluso temibles. Según las lecturas, son muy naturales, a menudo tan sencillos como una inspiración o un presentimiento. Además, no se precisa que la información 'psíquica' sea totalmente exacta. Atribuyéndole el mismo crédito que a nuestros buenos amigos o a nuestros sentidos corporales, podemos utilizarla para adquirir nuevas nociones, ampliar nuestro entendimiento y tomar decisiones.

    Conscientes de su valor, aceptemos nuestro sexto sentido, la intuición. Considerémosla un atributo normal de nuestro ser y logremos que se convierta en un fiel aliado en la vida, en una inestimable herramienta al servicio del bien.Conscientes de su valor, aceptemos nuestro sexto sentido, la intuición. Considerémosla un atributo normal de nuestro ser y logremos que se convierta en un fiel aliado en la vida, en una inestimable herramienta al servicio del bien

Profecías de Edgar Cayce

En Europa

Profetizó que Europa cambiaría ràpidamente. Según él, Italia y Grecia se encontraban en peligro, pues previó el despertar de uno o ambos volcanes, Vesubio o Etna.

“los que teman los terremotos, harán bien en instalarse en Irlanda, pues de todos los países del mundo, es éste el que padecerá menos: por mil sacudidas padecidas en Inglaterra, sólo habrá cuarenta y tres en Irlanda."

También sobre Europa, vio el fin del régimen nazi y comunista.

"En Rusia ve que se acaba el comunismo y prevé libertad".

“A través de Rusia, viene la esperanza del mundo. No por relación con el comunismo, no, sino la libertad…. ¡la libertad! Cada hombre vivirá para su amigo. Y este principio saldrá de Rusia. Claro que esto tardará años en hacerse realidad. Sin embargo, de Rusia surgirá la esperanza del mundo.”

“Ya que, esos regímenes que desean reglamentar no sólo la vida económica de la gente, sino su vida mental y espiritual, no pueden durar largo tiempo.”

En Japón

En 1934, Cayce predijo que la mayor parte del Japón se deslizaría hacia el mar y el geólogo japonés, Nobichico Obara, afirma que el archipiélago se hunde continuamente en el mar, a razón de dos a tres centímetros por año.

Los negros de Norteamérica

Cayce tuvo una visión de la lucha racial en Norteamérica, lucha que se convertiría en guerra civil, y efectuó una predicción que todavía no se ha cumplido. 
“Cuando un gran número de islas y tierras caerán bajo el yugo de los que no temen ni al hombre ni al diablo, y que proclaman que el poder es el derecho, entonces correrá la sangre como en las épocas en que se veía al hermano contra el hermano”.

En el 2100

En una de sus clarividencias, Cayce “se vio” hacia 2100 en Nebraska. 
“El mar cubre aparentemente toda la parte oeste de la comarca, y la ciudad donde yo vivía estaba en la costa”.

Se vio viajando en un gran avión de metal, en forma de cigarro que alcanzaba grandes velocidades. Cayce se detuvo en una ciudad totalmente destruida y preguntó dónde estaba.

- en Nueva York- le contestaron, mirándole asombrados. Entonces vio numerosas canteras y vio que reconstruían la ciudad. Vió que el agua cubría gran parte de Alabama y que Norfolk y Virginia eran inmensos puertos de mar. Las industrias se hallaban diseminadas en vez de estar centralizadas en las ciudades y muchas casas eran de cristal. 
“Es posible, dijo, que estas ciudades queden un día sumergidas en el océano”. 
Jamás habló de destrucción nuclear, a pesar de que aseguraba que el hombre podía destruirse a sí mismo, como ya había hecho en la Atlántida.

El Hambre

“El que pueda adquirir una granja tiene suerte; cómprala si no quieres conocer el hambre en el futuro”<

El hambre profetizada por las Sagradas Escrituras, también fueron predichas por numerosos profetas anteriormente, pero Edgar también lo afirma para Norte América. 
Lo achaca al incremento desmesurado de la población y la falta de terrenos cultivables y por lo tanto la necesidad de construcción masiva que se avecinará, todo esto es lo que hará que el mundo entre en guerras por enfrentamientos debidos a las necesidades que harán que hayan millones de muertes en todo el mundo.

La Atlántida

Séneca escribió hacia 374-379, llegará un tiempo, en los siglos futuros, en que el mar soltará las cadenas que cierran su paso; ante nosotros se extenderá un vasto territorio, y el mar dejará ver nuevos mundo países desconocidos, el último de los cuales no será Thule.

Es ésta una profecía a largo plazo, e ignoramos si Cayce la conocía, cosa poco probable, pero en junio de 1940, predijo que la isla de Poseidón se contaría entre las primeras zonas de la Atlántida que volvería a surgir de entre las olas del mar Caribe; incluso precisó que este movimiento podría iniciarse a partir de 1969, o en los años siguientes, pero mucho después de esa época. También afirmó que todas las tierras que deben emerger no lo harán a la vez, sino progresiva y lentamente.

Pero Cayce habló más sobre la Atlántida, en una sesión, describió una tumba llena de archivos, situada en una pequeña pirámide, que contenía recuerdos inestimables sobre el antiguo Egipto y la Atlántida. Declaró que esta pirámide se halla bajo la arena, cerca de una de las patas de la Esfinge, y que se descubriría en 1978. Lo que evidentemente no se ha cumplido, que sepamos.

Muchos profetas a nivel individual y varias culturas tales como las de Los Mayas, los Hopi, y muchas otras han predicho el desplazamiento de los polos, ya sea en forma directa o alegórica, pero solamente haremos caso del trabajo de Edgar Cayce por la evidente certeza de sus profecías, la cual se ha valorado por fuentes independientes en un mínimo de 85% y con un promedio del 92% de certidumbre.

Entre 1933 y 1939, Edgar Cayce dio varias lecturas en las que se hablaba de los futuros cambios en la tierra. Vamos a citar a continuación algunas de ellas: 
 

3.1 Lectura 826 – 8 Agosto 11 1936 
 

Pregunta: Que grandes cambios o el comienzo de que cambio, si hubiese alguno, tendrá lugar en la tierra entre los años 2000 y 2001 ? 
 

Respuesta: Entonces habrá el cambio de los polos. O un nuevo ciclo comienza. 
 

3.2 Lectura 3976 – 15 Enero 19 1934 
 

Con relación a los cambios, que han de ser vistos como avisos, como un signo para aquellos, de que esto va a suceder prontamente – tal como se ha dicho desde la antigüedad, el sol se oscurecerá y la tierra se romperá en diversas partes – y entonces se proclamará – a través de la intersección espiritual en los corazones y mentes y almas de aquellos que han buscado Su camino- que Su estrella ha aparecido, y que dirigirá el camino para aquellos que entran en el sagrario de ellos mismos. 
  
 

Ya que Dios el Padre, Dios el Maestro, Dios el Director, en las mentes y corazones de los hombres, debe estar siempre en aquellos que van a conocerle a El como El primero en la búsqueda de aquellas almas.... 
 

Con relación a los cambios físicos de nuevo, La tierra se romperá en la porción oeste de América. La mayor parte de Japón se hundirá en el océano. La parte superior de Europa cambiará en un abrir y cerrar de ojos. Aparecerá tierra en las costas orientales de América. Habrán los levantamientos en el Ártico y en el Antártico que producirán la erupción de volcanes en las zonas tórridas y habrá entonces el desplazamiento de los polos - de tal forma que donde ha sido frígido o semitropical se convertirá en mas tropical, y crecerán el musgo y el helecho. 
  
 

Y esto comenzará en aquellos periodos del 58 al 98, este tiempo será proclamado como el período en que Su luz será vista de nuevo en las nubes. En relación al momento, a la estación, a los lugares, solamente le será dado a aquellos que han proclamado su Nombre – y que llevan la marca de Su llamado y de Su elección en sus cuerpos. A aquellos se les dará. 
 

3.3 Lectura 378 – 16 Octubre 29 1933 
 

En la cámara de los registros (en Egipto) hubo mas ceremonias además de la convocación de la gente al finalizar aquello llamado la pirámide. Ya que aquí, aquellos que fueron entrenados tanto en el Templo del Sacrificio como en el Templo Hermoso se aproximaban al sellado de la cámara de los registros. Ya que debían ser guardados tal como habían dicho los sacerdotes de la Atlántida o Poseidia, cuando los registros de la raza, de los desarrollos, de las leyes pertinentes al UNO fueron puestas en sus cámaras y serian abiertas solo cuando se diera el retorno de aquellos al plano material o a la experiencia en la Tierra, cuando los cambios fueran inminentes en la Tierra; Que cambios? 
  
 

Vemos, empieza en el 58 y termina con los cambios forjados en los levantamientos y el desplazamiento de los polos, cuando comienza el reino en el 98 (tal como se cuenta el tiempo en el presente) de aquellas influencias que informadas por muchos en los registros que se han guardado por aquellos moradores en la tierra de los pueblos Semíticos. 
 

3.4 Lectura 1602 – 3 Septiembre 22 1939 
 

Pregunta: Hace 300 años Jacob Boehme predijo que la Atlántida emergería de nuevo en el tiempo de crisis cuando pasamos de la Era de Piscis a la de Acuario. Está emergiendo ahora la Atlántida? Causará esto una convulsión repentina y en que año? 
 

Respuesta: En 1998 podremos encontrar una gran cantidad de actividades que han sido forjadas por los cambios graduales que están sucediendo. Este es el periodo cuando el ciclo de la actividad solar, o los años relacionados al paso del sol a través de las varias esferas de actividad llega a su máximo supremo marcando el cambio entre las eras de Piscis y Acuario. Este es un cambio gradual, no una actividad cataclísmica en la experiencia de la Tierra en este período. 
 

Es indudable entonces que las fuentes que hablan a través de Edgar Cayce, en reiteradas oportunidades predicen con claridad el desplazamiento de los polos, fenómeno que se inicia en forma gradual y que se comienza, con los levantamientos en el interior de la tierra, en el año 1958, culminado con el proceso de cambio en la corteza exterior lo cual debe darse entre 1998 y el 2000 al 2001. Igualmente se predice que el sol llegará a su máximo de actividad en estos años. 
 

Cayce no recordaba nunca nada de lo que decía en sus trances y su obra fue recopilada tomando al dictado sus visiones. Su libro Misterios de la Atlántida recoge cerca de 700 "lecturas parapsicológicas" que fueron recogidas a lo largo de veintiún años. Tal relato empieza por la llegada de la Humanidad a la Tierra hace unos diez millones de años y termina con el hundimiento de la Atlántida hacia el año 10.000 a. de C. 
 

Los relatos sobre la Atlántida y Egipto aparecen entretejidos en las lecturas de Cayce. Habló repetidamente de Egipto como de uno de los destinos principales de los atlantes en su huida. En los textos aparecen diversas alusiones e indicaciones de que Egipto había sido un lugar de depósito de registros históricos de la Atlántida. También hablan repetidas veces de tumbas y pirámides "que todavía no se han descubierto" en la nación africana. Lo extraordinario de Cayce es haber acertado con datos que sólo recientemente se han sabido. 
  
 

Cayce remonta la cultura egipcia hasta darle una antigüedad de 12.500 años, situándola hacia el 10.500 a. de C., la misma fecha que Robert Bauval y Adrian Gilbert (El Misterio de 0rión; El Guardián del Génesis) calculan como fecha de erección de las pirámides de Giza. Exactamente la misma que la calculada por el egiptólogo John Anthony West, por el profesor de Geología de la Universidad de Boston, Dr Robert Schoch, y por el Jefe de Sismografía de Houston, Thomas Dobecki, según los análisis efectuados en la Esfinge. Las lecturas de Edgar Cayce sitúan puntualmente los lugares donde los atlantes colocaron su particular conocimiento: 
 

"...Hubo indicios y profecías de que la Atlántida se iba a disgregar, y Egipto fue elegido como uno de los lugares donde se debían depositar los registros de aquella actividad... 
  
 

Para los atlantes, una preocupación de primer orden en su emigración a Egipto fue la conservación de los registros históricos y su depósito seguro tanto en la llanura de Gizeh como en otros lugares...la Entidad era uno de aquellos que fueron enterrados en la tumba, en una de aquellas que todavía no se han descubierto; pero está frente a la Esfínge, y es el más próximo de los enterramientos en aquel montículo... Pues las pirámides posteriores, las que no se han descubierto todavía están entre la Esfinge (o el Misterio) y el Nilo... la Entidad era uno de aquellos que participaron en la construcción de algunos de aquellos edificios que todavía existen y en la preparación de la que todavía no se ha descubierto..." 
 

En otras lecturas se habla más concretamente de cámaras, pirámides y túneles subterráneos bajo las patas de la Esfinge, y frente a ella. "Estos hallazgos se pueden encontrar en la base del antebrazo o pata izquierda de la bestia tumbada; en la base de los cimientos. No en el canal subterráneo (que fue abierto por el monarca muchos años, siglos, después), sino en la verdadera base. Existe una cámara o pasadizo desde la pata delantera derecha hasta esta entrada de la cámara de los registros...". 
  
 

No sólo la Esfinge, sino que también la Gran Pirámide es mencionada por Edgar Cayce: 
 

" .. . ¿Qué función cumplió la Entidad en relación con la construcción de la Esfínge? Cuando los monumentos se estaban construyendo en la llanura de lo que ahora se llama la Pirámide de Gizeh, esta Entidad construyó y preparó los cimientos; es decir, los dirigió, calculó su situación geométrica en relación con los edificios que se erigieron comunicados con la Esfinge. Y los datos relacionados con ellos pueden encontrarse en las cámaras de la base de la Esfinge...". 
 

Entre los años 1957 y 1988 la Association for Research and Enlightenment, Inc. - ARE - (Asociación para la Investigación y la Iluminación), patrocinó diversos proyectos encaminados a la comprobación real de las salas ocultas propuestas por Cayce, contando para tal fin con organismos tan reconocidos como la Universidad de Ain Shams del Cairo o el Instituto de Investigaciones de Stanford, SRI. Las prospecciones y sondeos han dado como resultado la localización de vacíos en el terreno, en los mismos lugares referidos por el vidente. 
 

Fuente: Biblioteca Pleyades. 
 

En Europa 
 

Profetizó que Europa cambiaría ràpidamente. Según él, Italia y Grecia se encontraban en peligro, pues previó el despertar de uno o ambos volcanes, Vesubio o Etna. 
 

“los que teman los terremotos, harán bien en instalarse en Irlanda, pues de todos los países del mundo, es éste el que padecerá menos: por mil sacudidas padecidas en Inglaterra, sólo habrá cuarenta y tres en Irlanda." 
 

También sobre Europa, vio el fin del régimen nazi y comunista. 
 

"En Rusia ve que se acaba el comunismo y prevé libertad". 
 

“A través de Rusia, viene la esperanza del mundo. No por relación con el comunismo, no, sino la libertad…. ¡la libertad! Cada hombre vivirá para su amigo. Y este principio saldrá de Rusia. Claro que esto tardará años en hacerse realidad. Sin embargo, de Rusia surgirá la esperanza del mundo.” 
 

“Ya que, esos regímenes que desean reglamentar no sólo la vida económica de la gente, sino su vida mental y espiritual, no pueden durar largo tiempo.” 
 

En Japón 
 

En 1934, Cayce predijo que la mayor parte del Japón se deslizaría hacia el mar y el geólogo japonés, Nobichico Obara, afirma que el archipiélago se hunde continuamente en el mar, a razón de dos a tres centímetros por año. 
 

Los negros de Norteamérica 
 

Cayce tuvo una visión de la lucha racial en Norteamérica, lucha que se convertiría en guerra civil, y efectuó una predicción que todavía no se ha cumplido. 
“Cuando un gran número de islas y tierras caerán bajo el yugo de los que no temen ni al hombre ni al diablo, y que proclaman que el poder es el derecho, entonces correrá la sangre como en las épocas en que se veía al hermano contra el hermano”. 
 

En el 2100 
 

En una de sus clarividencias, Cayce “se vio” hacia 2100 en Nebraska. 
“El mar cubre aparentemente toda la parte oeste de la comarca, y la ciudad donde yo vivía estaba en la costa”. 
 

Se vio viajando en un gran avión de metal, en forma de cigarro que alcanzaba grandes velocidades. Cayce se detuvo en una ciudad totalmente destruida y preguntó dónde estaba. 
 

- en Nueva York- le contestaron, mirándole asombrados. Entonces vio numerosas canteras y vio que reconstruían la ciudad. Vió que el agua cubría gran parte de Alabama y que Norfolk y Virginia eran inmensos puertos de mar. Las industrias se hallaban diseminadas en vez de estar centralizadas en las ciudades y muchas casas eran de cristal. 
“Es posible, dijo, que estas ciudades queden un día sumergidas en el océano”. 
Jamás habló de destrucción nuclear, a pesar de que aseguraba que el hombre podía destruirse a sí mismo, como ya había hecho en la Atlántida. 
 

El Hambre 
 

“El que pueda adquirir una granja tiene suerte; cómprala si no quieres conocer el hambre en el futuro” 
 

El hambre profetizada por las Sagradas Escrituras, también fueron predichas por numerosos profetas anteriormente, pero Edgar también lo afirma para Norte América. 
Lo achaca al incremento desmesurado de la población y la falta de terrenos cultivables y por lo tanto la necesidad de construcción masiva que se avecinará, todo esto es lo que hará que el mundo entre en guerras por enfrentamientos debidos a las necesidades que harán que hayan millones de muertes en todo el mundo. 
  
 

La Atlántida 
 

Séneca escribió hacia 374-379, llegará un tiempo, en los siglos futuros, en que el mar soltará las cadenas que cierran su paso; ante nosotros se extenderá un vasto territorio, y el mar dejará ver nuevos mundo países desconocidos, el último de los cuales no será Thule. 
 

Es ésta una profecía a largo plazo, e ignoramos si Cayce la conocía, cosa poco probable, pero en junio de 1940, predijo que la isla de Poseidón se contaría entre las primeras zonas de la Atlántida que volvería a surgir de entre las olas del mar Caribe; incluso precisó que este movimiento podría iniciarse a partir de 1969, o en los años siguientes, pero mucho después de esa época. También afirmó que todas las tierras que deben emerger no lo harán a la vez, sino progresiva y lentamente. 
 

Pero Cayce habló más sobre la Atlántida, en una sesión, describió una tumba llena de archivos, situada en una pequeña pirámide, que contenía recuerdos inestimables sobre el antiguo Egipto y la Atlántida. Declaró que esta pirámide se halla bajo la arena, cerca de una de las patas de la Esfinge, y que se descubriría en 1978. Lo que evidentemente no se ha cumplido, que sepamos. 
  
 

Fuente: Profecias y Profetas. 
 

Cambios Sísmicos 
 

Según Cayce, los trastornos sísmicos irán aumentando progresivamente, lo que coincide con la confirmación de geólogos y sismólogos de que ha ido aumentando en todo el mundo el número de temblores, terremotos, erupciones, etc... 
 

En 1932, Cayce advirtió que cuando se observe la primera demostración de ciertas condiciones en el Pacífico Sur, se den alzamientos y hundimientos en el Mediterráneo y se registre una mayor actividad en el monte Etna, sabremos que ha comenzado el periodo de grandes catástrofes mundiales. 
 

En un vaticinio hecho en 1941, Cayce dijo que la parte continental de EEUU se vería afectada por los movimientos telúricos, pero que los mayores daños los padecería la costa oeste, los estados del centro y la costa oriental. Primero se producirían grandes explosiones en el Vesubio y en el Monte Pelado, en la Martinica. Cuando uno de los dos o los dos comiencen a rugir, en los tres siguientes meses, la costa sur de California y las zonas situadas entre el Lago Salado y la parte meridional de Nevada pueden verse inundadas. Tanto los Angeles como San Francisco serían destruidas antes que Nueva York. 
 

Fuente: Biblioteca Pleyades.

Este vidente destacó por sus predicciones para la segunda mitad del siglo XX. La erupción de algunos volcanes será la señal que iniciará un período de grandes trastornos sísmicos que destruirá ciudades completas.

  Edgar Cayce vivió entre 1877 y 1945. Durante su vida, vaticinó la segunda ascensión de Alemania dos décadas antes de que sucediera, la depresión económica de 1929, vaticinó que EEUU entraría en guerra en 1941 y anunció que 1945 sería el año de la victoria aliada.

Al morir, dejó al mundo un legado de más de catorce mil predicciones realizadas en estado de trance. Los acontecimientos que Cayce profetizó ocupan un periodo de 40 años, entre 1958 y 1998. 
 

Cambios en Rusia  y China.

Edgard Cayce profetizó que en Rusia se produciría una gran transformación individual y que gracias a ella, se ofrecería una gran esperanza a la humanidad. Varios videntes,  entre ellos el de Fátima, ya habían profetizado la caída del imperio Soviético y su inclinación hacia el capitalismo y la cristiandad, y habían asegurado que en el futuro establecerían una alianza para hacer frente a China.

Cayce también previó la guerra. Recomendó que se prestara mucha atención a Libia, Egipto, Turquía, Siria, el Golfo Pérsico y los mares del sureste asiático y norte de Australia. Señaló –al igual que Jeane Dixon- los estrechos de Davis (cerca de Groenlandia, al norte de Canadá) como una zona vital. 
 

Cambios sísmicos.

Según Cayce, los trastornos sísmicos irán aumentando progresivamente, lo que coincide con la confirmación de geólogos y sismólogos de que ha ido aumentando en todo el mundo el número de temblores, terremotos, erupciones, etc...

En 1932, Cayce advirtió que cuando se observe la primera demostración de ciertas condiciones en el Pacífico Sur, se den alzamientos y hundimientos en el Mediterráneo y se registre una mayor actividad en el monte Etna, sabremos que ha comenzado el periodo de grandes catástrofes mundiales.

En un vaticinio hecho en 1941, Cayce dijo que la parte continental de EEUU se vería afectada por los movimientos telúricos, pero que los mayores daños los padecería la costa oeste, los estados del centro y la costa oriental. Primero se producirían grandes explosiones en el Vesubio y en el Monte Pelado, en la Martinica. Cuando uno de los dos o los dos comiencen a rugir, en los tres siguientes meses, la costa sur de California y las zonas situadas entre el Lago Salado y la parte meridional de Nevada pueden verse inundadas. Tanto los Angeles como San Francisco serían destruidas antes que Nueva York.

Resumen:

• El mundo sufrirá una gran crisis financiera.

• Tendrá lugar el gran terremoto de California. Carolina y Georgia padecerán inundaciones. Destrucción de Nueva York. Los grandes lagos verterán sus aguas en el Mississipi.

• Nuevas tierras surgirán en el Atlántico y el Pacífico, frente a las costas americanas, como los restos de continentes perdidos en otras épocas.

• Todo el continente sudamericano se verá sacudido de norte a sur.

• La mayor parte del Japón se hundirá en el mar.

• Europa septentrional se modificará en un abrir y cerrar de ojos. Los lugares dónde se desarrollaban las batallas de la guerra mundial estaban destinadas a convertirse en océanos mares y bahías.

• La tierra experimentará un cambio de sus polos electromagnéticos. Una vez cumplido el cambio de los polos, no habrá más desastres geológicos.

• El advenimiento de un nuevo Mesías y de otros dirigentes espirituales ocurrirá casi al final del periodo de grandes trastornos geológicos. 
 

Edgar Cayce nació el 18 de marzo de 1877, cerca de Hopkinsville en el estado de Kentucky. Se crió en un ambiente rural y familiar a finales del siglo XIX, rodeado de una sociedad muy religiosa, y Edgar no era menos, disfrutaba con la Biblia y su sueño era ser médico misionero, aunque no como él lo esperaba, si llegó a conseguirlo.

Ya cuando contaba con siete años, contó a sus padres que tenía visiones y poderes mentales, y que incluso hablaba con su difunto abuelo, sus padres no lo creyeron y ante la imposibilidad de compartir sus pensamientos, se refugiaba en la sagrada Biblia, libro que leyó un vez por año, llegando a llenar su vida por completo. 
Cuentan que una noche, se le apareció un ser luminoso, un ángel, que le pregunto que era lo que más deseaba en su vida, y el contestó que deseaba ayudar a los demás y asistir a niños y enfermos durante toda su vida.

Pero no era lo único que le sucedía, su vida estaba llena de novedades que el pronto notaba que no eran normales, a los demás no le sucedía nada parecido, y él de forma madura las asimilaba en silencio. Como cuando se quedó semidormido encima de un libro mientras intentaba estudiar, y se dio cuenta que podía memorizar los temas del colegio mientras dormía. Al despertar podía recitar el contenido entero del libro fuera cual fuera su complejidad, no importaba en absoluto. Esto le supuso muchas ventajas en sus estudios, que tuvo que abandonar a los dieciséis años para ayudar a su padres económicamente.

Un año después se traslada a Hopkinsville, donde trabaja como librero y acaba conociendo a Gertrude Evans, de quien se enamora meses más tarde. Pronto deciden casarse y formar una familia, en cuanto Edgar tuviera suficientes recursos económicos para poder realizar su sueño.

Edgar al poco tiempo contrajo una afonía que no le permitía hablar y de la que no se conocía cura alguna. Pero al poco tiempo, llegó al pueblo un famoso hipnotizador llamado Hart, al conocer la dolencia de Edgar, acepto tratar su enfermedad.

Y así fue, lo hipnotizó e hizo creer a su mente que recobraría la voz, y de hecho mientras estaba Edgar estaba bajo la influencia de la hipnosis, su voz sonaba normal, sin rastro de afonía. Pero cuando se despertó su voz volvió a mostrar los mismos síntomas de afonía que antes. Por lo visto, su cerebro no respondía a la sugestión post-hipnótica de continuar hablando claramente después de la sesión.

El tratamiento pasó a manos de un hipnotizador autodidacta, Al Layne. Este no optó por la sugestión y le preguntó durante la sesión cual era su dolencia y cómo debía curarla, entonces Edgar sorprendió a todos los allí presentes, cuando él mismo dijo, que era un trastorno psicológico que producía efectos físicos, incluso recomendó que mientras estaba inconsciente se le sugiriera que intensificara la circulación sanguínea en las zonas afectadas. Layne respetó las instrucciones. De pronto, el pecho y el cuello de Edgar se tornaron de un color rojo intenso y aumentó la temperatura al tacto. Así permaneció durante un rato, y después ordenó que antes de despertar se le dijera que regulara la presión sanguínea. Edgar despertó totalmente curado de la dolencia sufrida durante el último año.

Edgar no conocía nada sobre la medicina pero sin embargo fue el profeta norteamericano del siglo XX. Pronto se dio cuenta de que poseía el don de la clarividencia. Previó las dos guerras mundiales y las numerosas catástrofes que ocurrieron.

Edgar, en sueño hipnótico, veía perfectamente el interior del cuerpo humano y hacía diagnósticos tan precisos que sus amigos médicos recurrieron a él en muchas ocasiones. Edgar, dormido y en estado de desdoblamiento efectuaba sus clarividencias y su esposa anotaba todo cuanto decía.

En ocasiones ayudaba a la gente, bastaba con que se le dijese el nombre de la persona y el lugar donde se hallaba, no importaba la distancia, y Edgar Cayce hablaba sobre ella desvelando todas sus dolencias, luego su mujer pasaba a máquina todo lo anotado, se le enviaba el original a la persona y Edgar se quedaba la copia para archivarla.

Pero en la última parte de su vida, no solo se dedicó a curar a los enfermos, sino que también pudo comprobar que tenía verdaderos poderes de videncia tanto del pasado como del futuro de las personas.

Con los años se ampliaron sus aptitudes psíquicas, en una ocasión, salió corriendo de la habitación donde se encontraba totalmente angustiado porque acababa de ver a tres jóvenes soldados, en los que estaba pensando, que no regresarían de la guerra.

También distinguía las auras, esta energía desprendida de los cuerpos vivientes, le permitía ver el estado físico y mental de las personas.

En 1944 debilitado y cansado, hizo su última lectura, el cansancio pudo con él, y tuvo una parálisis y en 1945 perdió la vida, dejando tras de él una gran fama por la cantidad de seguidores que obtuvo.

EDGAR CAYCE

De las "Lecturas de Edgar Cayce"

Los cambios se desatarán por la llegada de un cuerpo celeste al Sistema Solar . Los polos cambiarán de ubicación . Tierras que son cálidas se volverán heladas , y tierras cubiertas por el hielo se volverán tierras cálidas

Los grandes cambios mundiales ocurrirán en el lapso de una generación . Los cambios comenzarán en forma lenta . Se verá un aumento en su intensidad frecuencia e impredecibilidad de los terremotos y anomalías en el clima tales como tormentas violentas y sequías . Mas tarde estos cambios aumentarán drásticamente en frecuencia , intensidad y violencia . Uno de los signos del comienzo de este período es el movimiento de masas de tierra en el Océano Pacífico , con simultánea actividad en el Mar Mediterráneo y Monte Etna en Sicilia . Esto marcará el comienzo de los cambios en gran escala

Gran parte de Europa desaparecerá bajo las aguas en un pestañeo de los ojos . América estará sujeta a grandes cambios , pero éstos afectarán mayormente a la parte sur . Toda Sudamérica se verá sacudida como una alfombra sacudida por ambos extremos

La costa atlántica de América se verá alterada , especialmente alrededor de Nueva York y Connecticut . Nueva York desaparecerá . California y la Península de baja California desaparecerán durante una serie de intensos terremotos . San Francisco , Los Angeles y Santa Bárbara sólo serán algunas de las ciudades notables que después no existirán . El Océano Pacífico cubrirá hasta la parte oeste de los Estados Unidos , hasta Arizona y Nebraska . Ambas serán pueblos costeros . La parte sur de las Carolinas y Georgia quedarán sumergidas en el océano . Los Grande Lagos se drenarán hasta el Golfo de México a través del Mississippi . La mayor parte del Japón quedará sumergida.

De las Lecturas de Edgar Cayce.

Algunas de sus predicciones incluyeron la caída del comunismo, el resurgimiento de Rusia, la consolidación de China como cuna del cristianismo y el comienzo y fin de la Segunda Guerra Mundial, que predijo en 1934.

Una buena parte de sus lecturas se detiene en la historia de antiguas civilizaciones, especialmente de la Atlántida. A los atlantes atribuye la construcción, que él fecha en el 10.500 a.C., de la esfinge de Egipto. Bajo ella habrían escondido un archivo que recoge la sabiduría de esta civilización perdida y la verdadera historia de la Humanidad. Este archivo, que debería haber sido descubierto entre 1996 y 1998, estaría conectado con la segunda venida del Cristo.

Asimismo, el regreso del Cristo se presenta asociado a un gran proceso de cambio mundial que no supone el fin del mundo, pero sí una serie de cataclismos que darán lugar a una segunda era y un periodo de paz.

En torno al año 2000 habría de producirse un cambio en el eje terrestre que provocaría la inundación de gran parte de Inglaterra, Japón y la costa oeste de América, que será desgajada del continente.

Además, estos cambio planetarios provocarán la emersión, frente a la costa occidental de Norteamérica, del mítico continente de la Atlántida. Se producirá una gran actividad volcánica en el Pacífico y grandes terremotos destruirán Los Angeles, San Francisco y Nueva York.

PROFECIAS

Para Cayce, el regreso de Cristo viene asociado a un proceso de cambio mundial. Este cambio vendrá acompañado de una serie de grandes cataclismos, tras ese ajuste necesario, emergerá una nueva era y un periodo de paz.Estas son algunas de sus profecías: 
"Un cambio en el eje terrestre alrededor del año 2000, ocasionará; la tierra se romperá en la porción oeste de América, y provocará la inundación de muchas regiones costeras, el vio los grandes lagos drenando en el Golfo de MéxicoJapón se hundirá, la inundación de Europa del norte sucederá muy rápidamente. 
 

"Emergerá una nueva tierra a las afueras de la costa oriental de América del Norte, se descubrirían afuera de la costa de Bimini esta será la mítica "Atlántida". La destrucción generalizada de las ciudades de Los Angeles, San Francisco, la destrucción de Manhattan y desaparición de Nuevo York por grandes terremotos" 
"Un gran deshielo polar afectará a gran parte del territorio de Inglaterra y gran parte de Japón se hundirá, la inundación de Europa del norte sucederá muy rápidamente" 
 

"Emergerá una nueva tierra a las afueras de la costa oriental de América del Norte, se descubrirían afuera de la costa de Bimini esta será la mítica "Atlántida"

"La destrucción generalizada de las ciudades de Los Angeles, San Francisco, la destrucción de Manhattan y desaparición de Nuevo York por grandes terremotos"

"Erupciones volcánicas en regiones tropicales y un incremento de actividad volcánica en el borde del Pacífico"

"Un calentamiento general en áreas frías, y un enfriamiento de la áreas cálidas del globo"

"La segunda venida de Cristo, traerá una nueva era de paz.

"Muchos profetas a nivel individual y varias culturas tales como las de Los Mayas, los Hopi, y muchas otras han predicho el desplazamiento de los polos, ya sea en forma directa o alegórica, pero las predicciones de Edgar Cayce tienen un altísimo nivel de certeza.

EDGAR CAYCE 
( De las " Lecturas de Edgar Cayce " ) 
Los cambios se desatarán por la llegada de un cuerpo celeste al Sistema Solar . Los polos cambiarán de ubicación . Tierras que son cálidas se volverán heladas , y tierras cubiertas por el hielo se volverán tierras cálidas

Los grandes cambios mundiales ocurrirán en el lapso de una generación . Los cambios comenzarán en forma lenta . Se verá un aumento en su intensidad frecuencia e impredecibilidad de los terremotos y anomalías en el clima tales como tormentas violentas y sequías . Mas tarde estos cambios aumentarán drásticamente en frecuencia , intensidad y violencia . Uno de los signos del comienzo de este período es el movimiento de masas de tierra en el Océano Pacífico , con simultánea actividad en el Mar Mediterráneo y Monte Etna en Sicilia . Esto marcará el comienzo de los cambios en gran escala

Gran parte de Europa desaparecerá bajo las aguas en un pestañeo de los ojos . América estará sujeta a grandes cambios , pero éstos afectarán mayormente a la parte sur . Toda Sudamérica se verá sacudida como una alfombra sacudida por ambos extremos

La costa atlántica de América se verá alterada , especialmente alrededor de Nueva York y Connecticut . Nueva York desaparecerá . California y la Península de baja California desaparecerán durante una serie de intensos terremotos . San Francisco , Los Angeles y Santa Bárbara sólo serán algunas de las ciudades notables que después no existirán . El Océano Pacífico cubrirá hasta la parte oeste de los Estados Unidos , hasta Arizona y Nebraska . Ambas serán pueblos costeros . La parte sur de las Carolinas y Georgia quedarán sumergidas en el océano . Los Grande Lagos se drenarán hasta el Golfo de México a través del Mississippi . La mayor parte del Japón quedará sumergida

Mientras que en el estado de trance, Edgar Cayce a la capacidad de los pares en el pasado con sorprendente exactitud psíquica se demostró en repetidas ocasiones. Este tipo de información se llama "retrocognición" lecturas de Cayce y de la fe de la variedad de material disponible de esta manera: los acontecimientos anteriores en la vida de una persona, incluidos los accidentes o traumas olvidados, así como la historia antigua, en particular la evolución geológica de El planeta y los detalles de las tribus y las civilizaciones anteriores a la historia.

Por ejemplo, más de once años antes de que los Rollos del Mar Muerto se encontraron en 1947, Edgar Cayce proporcionado una gran cantidad de información en una sección llamada judía de los Esenios. Cayce afirmó que en la sociedad esseno hombres y mujeres que viven y trabajan juntos. Los alumnos, sin embargo, cree que los Esenios eran una sociedad monástica compuesto exclusivamente por hombres. No fue hasta que las excavaciones arqueológicas se produjo después de la muerte de Cayce psíquicas que su información fue verificada.

A través de la utilización de retrocognición, las lecturas de Cayce proporcionar un caudal de conocimientos sobre el mundo antiguo. Más que simplemente discutir ocultos lugares de interés turístico y arqueológico descubierto registros de las civilizaciones olvidadas, Edgar Cayce afirmó que la historia de la humanidad se remonta unos diez millones de años! Aunque gran parte de este material puede ser imposible de verificar, a veces, la investigación contemporánea ha descubierto pruebas para confirmar la información dada en Cayce estado de trance. Como un ejemplo, una serie de lecturas discutido el hecho de que el Nilo ha cambiado su rumbo más de una vez eones y ha vaciado en el océano Atlántico:

Lectura 
Edgar Cayce: . El Nilo entró en el Océano Atlántico. ¿Cuál es ahora el Sáhara era una tierra habitada y muy fértil. Lo que ahora es la parte central de este país, o la cuenca del Mississippi, fue entonces todos en el océano; sólo la meseta era inexistente, o de las regiones que ahora son partes de Nevada, Utah y Arizona formó la mayor parte de lo que conocemos como Los Estados Unidos ... 
Lectura 
Edgar Cayce: ... En la anterior nos encontramos con esta otra vez en esta misma tierra que ahora se conoce como Egipto (esto antes de las montañas aumentó en el sur, y cuando las aguas del Nilo entonces llamado el vaciado de lo que ahora es el Océano Atlántico) .. .

Lectura 
Edgar Cayce: En los períodos en que el primer cambio ha llegado en la posición de la tierra, cuando el Nilo (o Nole, entonces) vaciados en lo que ahora es el Océano Atlántico, en el Congo final del país. ¿Qué es ahora como el Sáhara era una tierra fértil ...

Como para confirmar algunas de las anteriores, un artículo publicado en Science (agosto de 1986), informó de que el Servicio de imágenes de radar del transbordador espacial ha descubierto hasta ahora desconocidas valles de los ríos debajo de los más secos del Sahara. A través de imágenes por satélite y sobre el terreno arco aeological investigaciones, parece como si el día de hoy del Nilo había cambiado su curso, una vez que fluye a través del Sahara, a través de África, y en el Océano Atlántico! Sólo el tiempo nos dirá cuántos más de las reivindicaciones históricas en relación con las lecturas de lugares como la Atlántida, el antiguo Egipto, y de la antigua Persia, será verificada.

algunos dicen que sus profecias eran disparatadas quien sabe ? 



CONCEPTOS SOBRE LA OBRA DE CAYCE :

¿Quién fue Edgar Cayce?

    Cada año, miles de personas, en el mundo entero, descubren la vida y la obra de un hombre que fue semejante a tantos otros en muchos sentidos, esposo amoroso, padre de dos hijos, fotógrafo apasionado, catequista ferviente y aficionado a la jardinería; pero que se destacó por su talento psíquico, uno de los más vastos y fiables de todos los tiempos. Este hombre se llamaba Edgar Cayce.

    Durante cuarenta y tres años, efectuó “lecturas” en un estado de sueño autohipnótico, con la finalidad de ayudar a la gente. Se tendía en un sofá, cruzaba las manos sobre el plexo solar y entraba en trance. Entonces, bastaba indicarle el nombre de alguna persona y el lugar en que ésta se hallaba, dondequiera que fuese, para que pudiera hablar de ella y contestar las preguntas que se le hicieran acerca de la misma. Cayce generalmente disertaba con su voz habitual; una estenógrafa anotaba lo que se decía en la sesión, luego lo escribía a máquina, enviaba el original al interesado y archivaba el duplicado.

    Hoy en día, el A.R.E. (Association for Research and Enlightenment, Inc.)[1], asociación que creó Edgar Cayce en 1931 en Virginia Beach, Virginia, pone a la disposición del público, en su biblioteca, 14.306 lecturas realizadas por Cayce, a las cuales se agregaron los testimonios, los comentarios y los seguimientos correspondientes. Esas lecturas representan el más considerable conjunto de documentos psíquicos de la misma procedencia. El A.R.E., que sólo tenía algunos cientos de miembros cuando Cayce falleció en 1945, es actualmente una organización de envergadura mundial. Permite a numerosas personas transformar su existencia gracias a la obra de este hombre muy sencillo que manifestó excepcionales facultades psíquicas.

    Edgar Cayce nació cerca de Hopkinsville, en el Estado de Kentucky, el 18 de marzo de 1877. Siendo el mayor de cinco hijos, se crió con sus cuatro hermanas en el ambiente de la vida rural de fines del siglo XIX, rodeado de sus abuelos, tíos y primos, que residían en los alrededores. Solía jugar con compañeritos ficticios, quienes fueron desapareciendo según él crecía. En aquella época, gran parte del país experimentaba un renacimiento religioso cuyo fervor podía explicar, al menos parcialmente, el profundo atractivo de Edgar por la Biblia y su aspiración de llegar a ser médico misionero. A esa edad, nadie hubiera sospechado la manera singular en que su sueño se concretaría.

    A los seis o siete años, contó a sus padres que tenía visiones sobrenaturales y que hablaba con su difunto abuelo. Ellos no le hicieron mucho caso, pensando que se trataba del fruto de una imaginación demasiado fértil. Edgar se refugiaba en la lectura de la Biblia, lo que le causaba tanta satisfacción que resolvió leer las Sagradas Escrituras del principio al fin una vez por cada año de su vida. Las historias y los personajes bíblicos ocuparon así un sitio privilegiado en su existencia. A los trece años, tuvo una experiencia que lo impactó para siempre: la aparición de un ser angelical, una bella dama, quien le preguntó qué era lo que más anhelaba. Edgar contestó que deseaba asistir a otros, en particular a niños enfermos.

    Al poco tiempo, se percató de que le era posible memorizar sus manuales escolares durmiendo un rato con la cabeza apoyada en los mismos, aptitud que ya no podía atribuirse a una imaginación desbordante. Sin haberlos leído previamente, era capaz de dormirse sobre libros o documentos de cualquier tamaño o complejidad y, al despertar, de repetir su contenido exacto. Esta habilidad le favoreció en sus estudios, pero fue desvaneciéndose. A fin de ayudar económicamente a sus padres, Edgar abandonó la escuela a los dieciséis años y trabajó con un tío en la hacienda de su abuela.

    El año siguiente, la familia se instaló en Hopkinsville. Edgar encontró empleo en una librería. Algunos meses más tarde, conoció a Gertrude Evans, de quien se enamoró. El 14 de marzo de 1897, cuatro días antes de cumplir veinte años, se comprometió con ella. Ambos decidieron casarse en cuanto él tuviera los recursos necesarios para fundar un hogar.

    Edgar perdió su cargo en junio de 1898 y pasó a ser vendedor en una gran tienda. En breve se trasladó a Louisville, ciudad comercial de Kentucky donde había conseguido un trabajo mejor remunerado en una importante librería. En la Navidad de 1899, regresó a Hopkinsville y se asoció con su padre, Leslie Cayce, entonces agente de seguros. Edgar empezó a viajar de ciudad en ciudad, vendiendo seguros, así como libros y artículos de oficina. En 1900, a los veintitrés años, cuando su situación económica le permitía vislumbrar un casamiento próximo, sufrió una fuerte afonía después de haber tomado un sedante. Al principio no se inquietó, creyendo que la afección sería pasajera. Viendo que persistía, consultó médicos y especialistas, que no lograron hacerle recuperar la voz. Incapaz de expresarse más allá de un murmullo, renunció a su oficio y buscó otro que no exigiera hablar mucho.

    En Hopkinsville le ofrecieron un puesto ideal, como aprendiz de fotógrafo. De hecho, aunque su padecimiento fuera incurable, estaría cerca de Gertrude y de su familia. A menudo lamentaba el no haber podido seguir estudiando para ser médico o predicador. Se reconfortaba leyendo la Biblia y se alegraba con la expectativa de casarse y de tener hijos.

La obra de Edgar Cayce

Introducción

    A partir de los veinticuatro años de edad, Edgar Cayce puso al servicio de la humanidad el don relevante que tenía de entrar en un sueño autohipnótico en el que su mente trascendía el espacio y el tiempo. En este estado de profunda meditación, le era tan fácil disertar sobre los secretos del universo como sobre la manera de eliminar una verruga. Las "lecturas" de Cayce constituyen una inestimable colección de documentos, a la cual cada vez más gente acude en todo tipo de circunstancias, ya sea para equilibrar su alimentación, mejorar sus relaciones personales, restablecerse de una dolencia declarada incurable o acercarse a Dios.

    Edgar Cayce falleció hace muchos años, pero el número creciente de libros que presentan diferentes aspectos de su vida y de su obra — más de cuatrocientos hasta la fecha — da testimonio de la perennidad de la información proporcionada en las lecturas. Esta información tiene un alcance que Cayce mismo probablemente no sospechaba. En su época, ¿quién hubiera imaginado que los términos de “medicina holística”, “registros akásicos”, “auras”, “almas gemelas”, “evolución espiritual”, “meditación”, pertenecerían algún día al vocabulario cotidiano de cientos de miles de personas?

   Edgar Cayce es conocido esencialmente por sus lecturas sobre la salud y el tratamiento de las enfermedades. Mucha gente se beneficia continuamente de esa inigualada fuente de datos que, a veces, se remontan a casi un siglo. Sin embargo, Cayce no se limitó al cuerpo físico y abarcó unos diez mil asuntos distintos, la mayoría de los cuales se reparten en cinco grandes temas: salud y medicina holística; reencarnación y karma; sueños e interpretación de los sueños; percepción extrasensorial y fenómenos psíquicos; crecimiento espiritual, oración y meditación.

   Las lecturas mismas, 14.306 existentes en la actualidad,[1] han sido divididas en tres categorías principales:

Las "lecturas de salud" o "lecturas físicas" (9.603), referentes a la salud y a la medicina. 
Las "lecturas de vida" (1.920), concernientes a la mente, el alma, la reencarnación y la astrología. 
Las "lecturas especiales" (956), que consisten en series de lecturas dictadas por Cayce sobre una materia determinada, como Atlántida, Egipto, las cuestiones mundiales, el funcionamiento de la Asociación, los preceptos para el desarrollo espiritual, la curación por medio de la oración. 
    A ellas se agregan las "lecturas de negocios" (747), que tratan problemas financieros, industriales o comerciales; las "lecturas oníricas" (630), que reúnen todas las efectuadas sobre los sueños; y las "lecturas mentales-espirituales" (450), con consejos específicos de orden mental o espiritual.

    En ningún momento, Edgar Cayce pretendió gozar de facultades extraordinarias o se consideró un profeta de los tiempos modernos. Estaba convencido de que cada uno posee en su alma los atributos divinos, a la espera de ser despertados, cultivados y usados para fines altruistas. También, alentaba a la gente a comprobar por sí misma la validez de las nociones expuestas en las lecturas. Profundamente cristiano, leyó a lo largo de su vida, desde una edad temprana, la Biblia entera una vez al año. No obstante, insistía en el valor de un estudio comparativo de diferentes corrientes de pensamiento. Su obra se basa en el hecho de que Dios y la Creación son uno. De este principio fundamental se derivan las siguientes reglas metafísicas: tolerancia y compasión hacia todos los seres humanos; respeto y comprensión por las grandes religiones del mundo; rechazo del egoísmo y amor al prójimo.

SOBRE LA MEDITACION :

Algunas de las lecturas de Cayce se refirieron a la meditación y la forma en que debe hacerse. Anticipándose cuatro décadas a la introducción de la meditación en occidente (popularizada en los años sesenta), Cayce le atribuía efectos beneficiosos sobre espíritu, mente y cuerpo.

La meditación, que él definía como escuchar la voz divina de nuestro interior, debe comenzar por la relajación de cuerpo y el control de la respiración. Luego debe focalizarse la atención de la mente en una "afirmación", un único pensamiento positivo que produzca un efecto relajante, tranquilizador, como "Dios es amor" o "Estoy en paz".

Llegado a este punto, Cayce estableció dos niveles para continuar la meditación. El primero supone concentrar el pensamiento en las palabras de la afirmación. El segundo significa pasar a sentir su significado. En un ejemplo lo asimiló a la diferencia entre decir "quiero a mis hijos" y el sentimiento que expresan esas palabras.

Mantener la atención concentrada en este sentimiento no es nada fácil, y se obtendrá más efectividad con la práctica. Mientras tanto, cada vez que la atención se desvíe hacia otro tema es preciso regresar al pensamiento de las palabras para volver a centrarse en el sentimiento. Tres o cuatro minutos serán suficientes para empezar, aumentando la duración conforme se adquiere experiencia.

  Cayce abogó por los efectos beneficiosos de la meditación cuarenta años antes de que fuera introducida en occidente. 
 

 LA INTERPRETACION DE LOS SUEÑOS :

 Cayce concedía gran importancia a los sueños, a los que atribuía una capacidad premonitoria sobre las cosas importantes que han de sucedernos. A través de ellos, además, se pueden buscar las claves del comportamiento y hasta de las enfermedades.

La existencia en los sueños de símbolos comunes a todas las personas y culturas no es óbice, según Cayce, para que cada uno sea el mejor intérprete de sus sueños. Para ello recomendó llevar puntualmente un registro diario de todos los sueños, no tanto sobre el recuerdo de los hechos concretos, sino sobre los sentimientos que experimentamos al despertar.

Asociando el sueño con los diferentes aspectos de la vida (salud, trabajo, relaciones, etc.) podremos determinar con qué aspecto está relacionado y de qué forma debemos aplicar a nuestras circunstancias los contenidos del sueño.

SOBRE LA REENCARNACION :

  Según Cayce, cada espíritu elige en cada reencarnación el tiempo y el entorno, en particular familiar, que más le conviene para 
continuar su aprendizaje. El objetivo es aprender a expresar amor en todas las circunstancias. 
 

 Profundamente religioso, buena parte de su obra está dedicada al servicio a los demás e impregnada de un fervoroso 
cristianismo. Consideraba que casi todas las religiones y filosofías monoteístas estaban influenciadas, directa o indirectamente, 
por un Dios único y común. En particular citaba el budismo, mahometismo, confucionismo, sintoísmo, brahmanismo, judaísmo y 
platonismo.

La interpretación que Cayce hacía del ser humano definía a los hombres como seres espirituales venidos a la Tierra para tener 
una experiencia material que nos permita regresar a nuestro estado espiritual. Una segunda finalidad de nuestra existencia sería 
la representación en la Tierra de la espiritualidad de Dios.

Contrariamente al concepto tradicional de "Karma", Cayce no le atribuye un significado como destino, sino como memoria que 
podemos aprovechar y utilizar para hacer una elección libre. Esta decisión conducirá nuestras futuras posibilidades de 
aprendizaje hacia la espiritualidad.

El concepto que Cayce tenía de la reencarnación supone la necesidad de asumir la paz y en entendimiento, y la obligación de 
sentir compasión por los demás por cuanto que todos somos iguales en nuestra existencia, por más que vivamos diferentes 
circunstancias en sucesivas encarnaciones

Crecimiento espiritual, oración y meditación

¿Qué dicen las lecturas de Edgar Cayce sobre el crecimiento espiritual, la oración y la meditación? 
 

    Uno de los temas fundamentales de las lecturas se refiere a nuestra relación con la Fuerza Creadora. Por esta razón, durante once años, de 1931 a 1942, Edgar Cayce dictó una serie de ciento treinta lecturas a un grupo de personas interesadas en las leyes espirituales (el Grupo de Estudio n.° 1). Al principio, ciertos miembros del grupo sólo querían aprender a desarrollar sus poderes psíquicos. Cayce les dijo que, más bien, debían esforzarse por progresar espiritualmente. Les explicó que, según sus necesidades personales y el motivo de su presente encarnación, sus facultades extrasensoriales resultarían de su perseverancia en analizar y poner en práctica los principios universales.

    La información compilada por el Grupo de Estudio n.° 1 a partir de esa serie de lecturas dio lugar al libro "En busca de Dios", el cual expone conceptos espirituales aplicables en la vida cotidiana. El mismo nos despierta a la verdad, nos hace entender nuestra auténtica naturaleza divina y nos conduce hacia la Luz. Nos revela el propósito de la existencia y nos ayuda a cumplir nuestra misión en la tierra. Nos brinda paz, esperanza y la sublime felicidad de sentirnos en armonía con el Creador y con nuestros semejantes. Mostrándonos que formamos parte de Dios y somos uno en Él, nos alienta a contribuir a la edificación de un mundo mejor y a convertirnos en nobles instrumentos de la voluntad del Señor, en puras expresiones del amor universal. Los preceptos que ofrece han sido acogidos por gente de todas las tendencias religiosas. Continúan inspirando y transformando a innumerables personas, permitiéndoles elevar su nivel de conciencia a través de la oración, la meditación, la cooperación, la fe, la paciencia y el altruismo. Hoy en día, existen en el mundo muchos 'grupos de estudio' - nombre genérico de los grupos de discusión que se reúnen semanalmente para profundizar en los temas abordados en las lecturas de Edgar Cayce.

    Según Cayce, somos seres espirituales actualmente encarnados en la tierra. En efecto, el hombre no es un cuerpo físico dotado de un alma, sino un alma que se encuentra en la materia a fin de sacar provecho de sus experiencias y de retornar a la Fuente suprema. En la Biblia también, vemos que el ser espiritual (Génesis 1) fue creado antes que el ser físico (Génesis 2). Puesto que comprender y manifestar nuestra verdadera relación con Dios y la Creación constituyen la finalidad de nuestra presencia sobre la tierra, deberíamos meditar regularmente. Notemos que Cayce ya mencionaba y recomendaba la meditación en 1921, cuando la mayoría de la gente en el mundo occidental ni siquiera sabía lo que era. Se empezó a hablar de la misma en los años 1970, aunque para muchos siguió siendo una noción extraña, propia de las religiones orientales. Desde entonces, abundantes investigaciones clínicas han demostrado su influencia positiva sobre la salud y el bienestar en general. Numerosos médicos la reconocen ahora como una manera eficaz de reducir la hipertensión arterial, de disminuir el estrés y de lograr más serenidad.

    Meditar consiste en aquietar el cuerpo y la mente, y en cesar de concentrar nuestra atención en el mundo exterior, a fin de unirnos a Dios en el silencio de nuestro santuario interior. La meditación actúa favorablemente en el plano físico, relajando el cuerpo; en el plano mental, calmando los pensamientos y las ansiedades; y en el plano espiritual, renovando la energía vital y estimulando nuestros atributos divinos. Esto nos permite llevar una existencia más útil, mejorar nuestras relaciones con las personas que nos rodean y enfrentar con ánimo las dificultades que se presentan. Al dedicar cada día un rato a liberar la mente de las múltiples preocupaciones que la asaltan, vamos recobrando la plena conciencia de nuestra esencia divina. Podemos decir que orar es dirigirnos a Dios y hablarle, mientras que meditar significa escuchar a Dios, dejando que nos instruya y nos guíe la parte de nuestro ser que se halla en constante comunión con el Infinito.

    Aplicando algunas reglas sencillas, la meditación está al alcance de todos, e incluso los principiantes perciben los efectos beneficiosos de un período de silencio motivado por un ideal elevado.

La primera etapa requiere que se adopte una posición confortable; por ejemplo, sentarse en una silla, con la espalda recta, los pies planos en el suelo, los ojos cerrados y las manos en el regazo o a los costados. Empezar a relajarse efectuando respiraciones lentas y profundas - inspirar hondo y retener un poco el aire en los pulmones antes de espirar despacio. Al mismo tiempo, ir buscando con la mente las tensiones existentes en el cuerpo, y sucesivamente eliminarlas usando la imaginación o masajeando las zonas correspondientes con la yema de los dedos.

La segunda etapa radica en concentrarse en un pensamiento pacífico e inspirador, llamado 'afirmación': por ejemplo, "la paz me envuelve y reina en mí", "estoy en un estado de relajación total", un versículo de la Biblia, un aforismo espiritual como "Dios es Amor". Conviene impedir que la mente vagabundee o se extravíe en las tareas a desempeñar, lo que acaba de ocurrir en el trabajo, u otras consideraciones. Después de reflexionar sobre el mensaje de la afirmación, analizando cada palabra con cuidado, es necesario impregnarse de su significado. En efecto, las impresiones experimentadas en el ser interior impactan mucho más que las palabras mismas. Así, no basta con repetir "Dios es Amor", pues es el sentimiento que acompaña esta aserción el que le da su fuerza y su amplitud.

La tercera etapa representa la meditación en sí. Consiste en permanecer en silencio, sumergiéndose en los sentimientos producidos por la afirmación. En cuanto la mente se desvía, es indispensable volver a concentrarse, primero en el sentido de las palabras de la afirmación y luego en los sentimientos que éstas suscitan. No desalentarse si la mente divaga: poder fijar la atención en un solo pensamiento exige tiempo. Al principio, observar períodos de silencio de unos cinco minutos, pero ir aumentándolos hasta quince o veinte minutos después de cierto entrenamiento.

La cuarta etapa precisa que se envíen buenos pensamientos u oraciones a otras personas antes de concluir la sesión de meditación. Por ejemplo, en el caso de haber elegido el amor como tema central, dirigir este sentimiento hacia los seres queridos y quienquiera que lo necesite. 
    Practicándola cotidianamente, la meditación se hace cada vez más fácil, y la quietud que emana de esos momentos de concentración silenciosa y de recogimiento se refleja en todos los aspectos de la vida.

    A diferencia de quienes sostienen que la mente debe quedar inactiva, porque se deja distraer y altera el proceso de meditación, Cayce declara en las lecturas que el poder creador de la mente puede utilizarse de manera adecuada para alcanzar un alto grado de armonización con la Fuente Universal.

    Meditar regularmente propicia la curación física, mental y espiritual. Gracias a las afirmaciones constructivas que empleamos y al ideal que mantenemos durante la meditación, nuestras tendencias negativas desaparecen, siendo reemplazadas por actitudes más positivas.

    Por lo general, desperdiciamos horas en ocupaciones que ningún beneficio nos aportan, mientras que un ratito reservado a la oración y a la meditación nos proporcionaría más paz, alegría y plenitud que cualquier otra actividad. Busquemos primero el reino de los cielos, que está dentro de nosotros. La palabra y las promesas divinas son eternas: invoquemos al Señor, sabiendo que somos el templo del Dios viviente, que el Todopoderoso reside en nuestro santuario interior.[1] En el silencio de la meditación, una vez relajado el cuerpo, serena la mente y olvidadas las preocupaciones, nos abrimos a nuestra naturaleza espiritual y nos unimos a la Fuerza Creadora.

    Las lecturas de Edgar Cayce subrayan que todos deberíamos meditar, pues la comunión con Dios es primordial. En efecto, el alma, nuestro ser superior, no se complace sino en lo divino y aspira a morar en el seno del Creador. La meditación asidua nos ayuda a comprender y manifestar nuestra relación íntima con el Señor, a aplicar los principios universales en la vida diaria, a distinguir la omnipresencia de Dios, y a prepararnos para que la transición que llamamos muerte constituya un paso adicional hacia el entendimiento cada vez más perfecto del Padre.[2] 
 

¿Qué dicen las lecturas de Edgar Cayce sobre la salud y 
la medicina holística? 
 

     Las lecturas de Edgar Cayce contienen innumerables consejos prácticos sobre la manera de gozar de una buena salud. La naturaleza misma de gran parte de estas nociones revela que Cayce tenía al respecto ideas de vanguardia. Sus sugerencias para recobrar la salud y conservarla, así como para equilibrar el estilo de vida, se apoyan en principios tales como régimen alimenticio apropiado, ejercicio físico, control de las actitudes y de las emociones, relajación y tiempo libre, purificación interna y externa del cuerpo. Según Cayce, el secreto de una buena salud reside mucho más en el cuidado acertado del cuerpo y en la medicina preventiva que en el tratamiento de las enfermedades cuando se declaran, o sea 'más vale prevenir que curar'. En el mundo occidental, Cayce fue uno de los precursores de una alimentación a base de frutas, verduras, pescado, aves y suficiente agua para depurar los órganos internos. Conviene notar que hizo estas recomendaciones, y otras similares, en una época en que la mayoría de la población de los Estados Unidos consumía grandes cantidades de carne roja y de hidratos de carbono.

     Los preceptos de Cayce sobre la salud y el arte de mantenerse en forma no se limitan a una dieta adecuada y a la práctica regular de ejercicio. Hace decenas de años, Cayce ya insistía sobre el rol de la mente en el equilibrio físico y en el bienestar de la gente. La ciencia médica reconoce hoy en día que los pensamientos positivos aceleran los procesos de curación. Tanto Cayce como la medicina moderna afirman que el sentido del humor y la alegría contribuyen a restaurar la salud, mientras que las contrariedades, las tensiones y las actitudes negativas, por ejemplo las iras repetidas conscientes o inconscientes, favorecen las dolencias.

     Incluso los que critican otros aspectos de la obra de Cayce estiman que sus consejos de salud son invalorables para estar en buenas condiciones físicas. Estos consejos cubren una amplia gama de asuntos, desde las verrugas, las hemorroides, el acné, las deficiencias vitamínicas, las fracturas y la longevidad, hasta la artritis, los problemas infantiles o de parto, el cáncer, la epilepsia, la psoriasis y los trastornos mentales. De hecho, se considera que Cayce habló en las lecturas de prácticamente todos los males existentes en la primera mitad del siglo XX. Es interesante constatar que muchos tratamientos que prescribió entonces para casos aislados permanecen vigentes y pueden generalizarse. Citemos la psoriasis y la esclerodermia: Cayce proponía alimentos específicos, manipulaciones vertebrales y otros remedios naturales. En los últimos años, cientos de personas afectadas de esos padecimientos se han mejorado al aplicar tales recomendaciones.

     Las lecturas de Cayce, dictadas entre 1901 y 1944, se adelantaron a su época al mencionar la influencia de las actitudes y de las emociones sobre la salud; la medicina de las energías; la importancia de la oración; la curación espiritual. Además, anunciaron muchos descubrimientos venideros en la manera de abordar las cuestiones de salud. Así, Cayce declaró en 1927: "Llegará el día en que se diagnosticarán las enfermedades a partir de una sola gota de sangre".[1] Esto es efectivamente muy común en la actualidad.

     La salud integral, según Cayce, corresponde a la armonización de los tres componentes de la vida: físico, mental, espiritual. Se logra considerando al ser humano en su totalidad, cuerpo, mente y alma; no limitándose a tratar las dolencias. Por esta razón, a menudo se admite que la medicina holística contemporánea tiene su origen en las lecturas psíquicas de Edgar Cayce.

     Fuese por un problema de salud o por otro asunto, las lecturas ocurrían en principio del siguiente modo: Edgar Cayce se tendía en un sofá y entraba en un trance autohipnótico, mientras su secretaria, Gladys Davis, sentada a su lado, se disponía a estenografiar lo que se diría durante la sesión. Una vez que Cayce estaba dormido, la persona que dirigía la lectura, usualmente su esposa Gertrude, le hacía la sugestión apropiada a fin de obtener la información requerida. Para las "lecturas físicas", Gertrude enunciaba:

"Usted estará en presencia del cuerpo de __________ [nombre del interesado], que se encuentra en este momento en __________ [nombre de la ciudad y dirección]. Recorrerá el cuerpo con cuidado y lo examinará en detalle. Hablando claramente, a un ritmo normal, describirá los estados patológicos existentes y determinará su causa; indicará la forma de mejorarlos y de aliviar el cuerpo. También contestará las preguntas que se le hagan."

     Cayce confirmaba: "Sí, nos hallamos en presencia del cuerpo". De haber efectuado, aun treinta años antes, una o varias lecturas para el paciente, solía añadir: "Ya hemos estudiado este caso", y retomaba donde se había detenido entonces, independientemente del tiempo transcurrido. De ordinario, disertaba con su voz habitual y se refería a la persona como si ella estuviera en la habitación, encontrándose en algunas oportunidades a miles de kilómetros de distancia. Cayce establecía un diagnóstico circunstanciado, mencionando todo dato útil sobre la circulación sanguínea, el sistema nervioso y los órganos implicados. Después explicitaba cómo aliviar los males y, para terminar, respondía a las interrogantes. Señalemos que si alguien asistía a su propia lectura, sólo tenía que formular mentalmente una pregunta para que Cayce la contestara. 
 

Reencarnación y karma

¿Qué dicen las lecturas de Edgar Cayce sobre la reencarnación y el karma? 
 

    Edgar Cayce realizó su primera lectura en 1901, acerca de un problema de salud que le concernía personalmente. Luego dictó muchas más, pero el concepto de la reencarnación no apareció hasta 1923, en una sesión ejecutada para Arthur Lammers, impresor en Dayton, Ohio. Conviene mencionar que una lectura había abordado la cuestión doce años antes; no obstante, la alusión se ignoró durante mucho tiempo, pues nadie en el entorno de Cayce conocía el concepto en aquel entonces. A fin de cuentas, la reencarnación fue el objeto de casi dos mil lecturas psíquicas, denominadas "lecturas de vida". Constituye el segundo gran tema evocado por Cayce en trance.

    En esencia, ¿qué es la reencarnación? Es la creencia de que cada uno de nosotros pasa por vidas sucesivas, con el propósito de crecer en espíritu y de recobrar la plena conciencia de su naturaleza divina. El punto de vista de Cayce excluye la metempsicosis o transmigración de las almas, según la cual los humanos pueden reencarnarse en forma animal. A la vez, provee un marco filosófico para el pasado, poniendo especial énfasis en la manera de asumir nuestra existencia actual: debemos vivir el momento presente, procurando desarrollarnos espiritualmente y ayudarnos los unos a los otros. Las lecturas enseñan que el recorrido que hemos efectuado nos ha traído al punto en que nos encontramos. Sin embargo, lo esencial no es quiénes hemos sido o qué hemos hecho antes, sino cómo reaccionamos frente a las oportunidades y a las pruebas que surgen ahora mismo, dondequiera que nos hallemos. En efecto, nuestras elecciones y conducta del momento, provenientes de nuestro libre albedrío, son las que realmente importan. La perspectiva de Cayce, para nada fatalista, abre horizontes casi ilimitados.

    En las lecturas, Cayce señaló también el peligro de comprender incorrectamente la reencarnación. Indicó que ciertas teorías alteraban su verdadero significado. En particular, todas las que no reconocían la libre voluntad creaban lo que llamó "un monstruo kármico", es decir una idea errónea que no tomaba en cuenta los hechos auténticos, ni la estrecha conexión existente entre el karma, el libre albedrío, el destino y la gracia. Aún hoy en día, mucha gente interpreta, de manera equivocada, la reencarnación como un eslabonamiento o una concatenación ineluctable de experiencias y de relaciones que nos impone nuestro karma. Si así fuera, nuestras decisiones anteriores nos obligarían a seguir una trayectoria marcada con acontecimientos específicos, y nuestro porvenir ya estaría fijado. Esta visión difiere totalmente de la de Cayce, pues las lecturas destacan que el pasado no proporciona sino una coyuntura posible o probable. Muestran que, lejos de ser meros espectadores, a veces reticentes, desempeñamos un papel dinámico en el desenvolvimiento de nuestra propia existencia.

    La palabra "karma" es un término sánscrito que significa "obra, hecho o acto". A menudo se le da el sentido de "causa y efecto". Las lecturas concuerdan con esta acepción, pero añaden la noción filosófica inédita y exclusiva de que el karma puede definirse como una memoria. Por ende, no se trata de una "deuda" que tenemos que pagar conforme a algún criterio universal, ni de una serie de experiencias determinadas por nuestras previas acciones, buenas o malas. El karma es sólo una memoria, una fuente de información que incluye elementos 'positivos' y otros aparentemente 'negativos', en la cual el subconsciente busca los datos que utiliza en el presente. Esto explica, por ejemplo, las afinidades o las animosidades espontáneas que sentimos por ciertas personas. Aunque esa memoria subconsciente se refleja en nuestra fisonomía e influye en nuestros pensamientos, reacciones y decisiones, siempre podemos recurrir al libre albedrío para orientar nuestra vida.

    Las lecturas de Cayce mencionan que cuando fallecemos, no nos reencarnamos de inmediato. Puesto que lo que llamamos subconsciente en el plano físico viene a ser nuestro consciente en el más allá, el alma recapitula todo lo que ha atravesado y escoge, entre las lecciones que debe aprender, las que se siente capaz de asumir ahora a fin de seguir su evolución. Entonces aguarda el momento propicio para renacer en la tierra. Ordinariamente, elige un entorno que ha conocido antes. En cada nueva vida, opta por un cuerpo masculino o femenino, según el objetivo de su encarnación. Además, selecciona el ámbito y las condiciones (padres, familia, lugar, época, etc.) que le permitirán perfeccionarse y cumplir con lo que espera realizar. Sin embargo, sus experiencias dependerán de la forma en que emplee su libre albedrío dentro de ese contexto. En efecto, podemos considerar nuestras tribulaciones como obstáculos e impedimentos o, por el contrario, transformarlas en situaciones beneficiosas, en oportunidades de elevar nuestro nivel de conciencia. El proceso de reencarnación continúa hasta que logremos personificar el amor universal en el mundo y expresar nuestra esencia divina en todos los aspectos de la vida terrenal.

    Conviene notar que talentos y cualidades nunca se pierden, de modo que las facultades cultivadas en cada encarnación se suman al capital del futuro. Por ejemplo, el don de los niños prodigios es el resurgimiento de un talento ejercitado en una o varias existencias previas. Asimismo, un excelente profesor de literatura podría haber sido escritor, historiador y copista en vidas anteriores. De hecho, nuestras aptitudes se manifiestan en función del motivo de nuestra encarnación actual.

    Las lecturas revelan que el karma no se instaura entre los individuos, sino únicamente con uno mismo. En otras palabras, "uno siempre se enfrenta a sí mismo"[1]. En consecuencia, el curso de nuestra existencia se basa en las decisiones que tomamos a fin de responder a la coyuntura que nosotros mismos hemos suscitado. No obstante, la noción más difícil de entender es que, en general, se nos brinda la posibilidad de resolver nuestros propios problemas kármicos a través de nuestras interacciones con los demás. Por esta razón, en lugar de aceptar la plena responsabilidad de nuestros fracasos y decepciones, tendemos a imputárselos a otros.

    Así nuestro karma nos es personal, pero nos sentimos constantemente atraídos por la gente o los grupos que nos ofrecen ocasiones favorables de asumirlo. De manera similar, ellos se acercan a nosotros en su recorrido individual para satisfacer su memoria kármica. Por lo tanto, nuestras relaciones con los demás nos permiten enfrentarnos a nosotros mismos y vivir sucesos que nos enseñan y nos ayudan a avanzar en el sendero espiritual. Con frecuencia, los episodios vividos en grupo reaparecen, en encarnaciones posteriores, como vínculos familiares, profesionales, culturales o étnicos. Las lecturas subrayan que nunca nos encontramos con alguien accidentalmente, porque las coincidencias no existen. Del mismo modo, no experimentamos de entrada una profunda simpatía o antipatía sino hacia personas que hemos conocido antes.

    Debemos atenernos a las consecuencias de nuestras decisiones y actitudes previas, ya que cosechamos inevitablemente lo que hemos sembrado. La Biblia dice: "Todo lo que sembrare un hombre, eso mismo cosechará".[2] Los adeptos de la reencarnación suelen afirmar: "Atraemos lo que es semejante a nosotros". Esto implica que, algún día, tendremos experiencias análogas a las que nuestras elecciones han producido en la vida de otros.

    A diferencia de las doctrinas fatalistas que nos reservan una suerte inmutable, la teoría de Cayce asevera que somos dueños de nuestro destino. En efecto, podemos controlar nuestros pensamientos, palabras y acciones, y escoger nuestro comportamiento ante las circunstancias que nosotros mismos hemos engendrado. Comprendamos que todo lo que acontece en nuestra existencia es el fruto de nuestra propia creación, y que nuestras tribulaciones siempre contribuyen a nuestro desarrollo cuando las consideramos como oportunidades de corregir los errores del pasado o de adquirir sabiduría y entendimiento.

    Descubrir por qué nos hallamos en una u otra situación no es necesariamente fundamental: lo primordial es cómo nos disponemos a hacerle frente, pues de nuestras reacciones nacen nuestras experiencias futuras. Así, dos personas podrán adoptar una actitud muy distinta en casos comparables, por ejemplo con respecto a la pérdida de un empleo. Mientras que una se angustiará y amargará, la otra verá una ocasión inesperada de reconstruir su vida y de dedicarse a alguna actividad que le apasiona desde hace mucho tiempo.

    La reencarnación es un concepto que figura en las grandes religiones del mundo y no se limita a las filosofías orientales. Profesa la tolerancia y la compasión, contesta numerosos interrogantes y da sentido hasta a los más mínimos aspectos de la existencia. Algunos la encuentran provechosa, otros controversial. De cualquier forma, lo que los demás opinan no es pertinente. Los adeptos serios saben que todos hemos experimentado varios ámbitos, condiciones y circunstancias en el transcurso de nuestras vidas sucesivas. Ellos se sirven de la reencarnación, no para detenerse en el pasado o enorgullecerse de quizás haber gozado de notoriedad anteriormente, sino para crecer en espíritu y contribuir a mejorar el mundo en el que vivimos. Cayce ilustra esta idea en la siguiente lectura:

“Determine por qué razón está buscando esa información. Si es a fin de oír que ha vivido, fallecido y sido enterrado al pie del cerezo al fondo del jardín de su abuela, ¡esto no le hará un mejor vecino, ciudadano o padre! En cambio, si es para saber que ha pronunciado palabras hirientes, de lo cual se ha sentido culpable, y que ahora puede redimirse actuando de manera justa, ¡entonces sí, vale la pena!” 
[Lectura 5753-2]

Sueños e interpretación de los sueños

¿Qué dicen las lecturas de Edgar Cayce sobre los sueños y su interpretación? 
 

    Aunque mucha gente no hace esfuerzos deliberados para recordar sus sueños, ¡todo el mundo sueña! A principios del siglo XX, mientras Sigmund Freud y sus colaboradores, como Carl Jung, demostraban la importancia de los sueños en el psicoanálisis, Edgar Cayce formulaba un método sencillo que permitía entenderlos de manera práctica y utilizarlos constructivamente en la vida diaria. Los cientos de lecturas de Cayce concernientes a los sueños y a su interpretación revelan que sabemos muchísimo más de lo que creemos, sobre nuestro cuerpo, nuestra personalidad, nuestra individualidad, nuestro entorno, nuestro estilo de vida.[1]

    Al soñar, tenemos acceso a diferentes niveles de nuestro subconsciente, o inconsciente. Éste almacena en memoria todos los sucesos, deseos, esperanzas y recuerdos de nuestras experiencias anteriores. También posee abundantes recursos que, a menudo, ni siquiera sospechamos; en particular, es extremadamente hábil para resolver problemas, contestar preguntas, facilitar exámenes de conciencia y despertar facultades psíquicas. Por consiguiente, los sueños pueden darnos indicaciones sobre las causas de nuestras enfermedades, la forma de vivir en armonía con nuestros semejantes, los pensamientos o las emociones que tratamos de evadir, y mucho más. Brevemente, los sueños nos ayudan a adquirir un mayor conocimiento de nosotros mismos en los planos físico, mental y espiritual.

    Carl Jung, psiquiatra suizo contemporáneo de Edgar Cayce, demostró que existía en el inconsciente un nivel profundo derivado de una auténtica realidad espiritual no reconocida por Freud. En este nivel, que Jung llamó "el inconsciente colectivo", podemos comunicarnos los unos con los otros gracias a símbolos universales o arquetipos, es decir imágenes que tienen el mismo sentido para todos. Así, un gato grande o un león representa fuerza y vitalidad; los pájaros corresponden a varios aspectos del amor o de la compasión; el agua caracteriza el Espíritu; un anciano o un ancestro personifica nuestro ser superior o nuestra sabiduría interior. Eso explica por qué, a través de sus símbolos o temas universales, numerosos cuentos y mitos de diferentes culturas se asemejan.

    A veces podemos asociar las imágenes de nuestros sueños a arquetipos. Sin embargo, no siempre es así, de modo que las mejores interpretaciones se logran analizando lo que cada símbolo evoca para nosotros. Por ejemplo, un rifle significará probablemente cosas muy distintas para un armero y una víctima de guerra.

    Contrario a lo que en general pensamos, no hay sueños "malos", pues todos, las pesadillas inclusive, contienen mensajes destinados a ayudarnos. Soñar con catástrofes constituye una manera de desatar nuestras tensiones emocionales, nos alienta a tomar ciertas disposiciones, o nos exhorta a cambiar nuestra dieta, nuestro estilo de vida o nuestras actitudes. Si sólo les otorgáramos el interés que merecen, nuestros sueños se convertirían en una fuente inapreciable de enseñanza y de inspiración.

    Mencionemos a alguien que había soñado con un hombre uniformado sin cabeza. Cayce le dijo en una lectura que, en lugar de "perder la cabeza" obstinándose en ejecutar su trabajo a la perfección hasta en los pequeños detalles, más valdría que se dejara guiar por el Espíritu. A otro que había soñado que un histérico corría por las calles gritando y sembrando el pánico, Cayce le aconsejó que dominara su mal genio. Una mujer se había visto en sueños hablando con una amiga quien lucía una hermosa dentadura postiza; la mitad de los dientes, en forma intercalada, parecían de oro puro. En una lectura, Cayce le explicó que los dientes de oro, símbolos de las verdades espirituales que ella misma enunciaba con tanta frecuencia, eran falsos porque no ponía en práctica lo que pregonaba. A una señora que había soñado que su difunta madre estaba viva y feliz, Cayce le aseguró que no se equivocaba, pues "la muerte no es una realidad, sino una transición del mundo físico al plano espiritual".[2]

    Algunos sueños se comprenden muy bien literalmente. Por ejemplo, un sueño en el que comemos una ensalada puede invitarnos a consumir más verduras crudas. Asimismo, ocurre que soñamos con una persona que hemos perdido de vista desde hace mucho tiempo, poco antes de encontrarnos de nuevo con ella o de recibir noticias suyas.

    No obstante, la mayoría de los sueños se interpretan de manera más simbólica. Así, lugares desconocidos o habitaciones cerradas suelen caracterizar aspectos de nosotros mismos que no hemos explorado o que nos negamos a considerar. Un automóvil representa comúnmente nuestro cuerpo y señala que debemos modificar ciertos hábitos, preocuparnos de un estado patológico o cuidar nuestra salud.

    Los sueños de nacimientos o de muertes son aún más simbólicos. Corresponden frecuentemente a nuevas situaciones, a cambios o a la abolición de viejas costumbres. Un sueño en el que alguien va a tener un hijo, o se ocupa de un niño joven que no existe en la realidad, anuncia en principio un nuevo comienzo en la vida o una idea que está por aparecer. Un sueño fúnebre a menudo indica la muerte de algún rasgo de nuestra personalidad. Por ejemplo, si una persona sueña que asiste a los funerales del sacerdote de su parroquia, esto sugiere que desatiende sus atributos espirituales y los deja "descansar en paz".

    Los sueños que dan consejos o emiten juicios se refieren a sistemas de valores, normas o ideales que hemos adoptado: al soñar, hacemos una comparación, o "correlación" como solía decir Cayce, entre nuestras recientes acciones y nuestros criterios personales. Citemos el caso de una mujer a quien se le había recomendado, en vano, que evitara comer chocolate por razones de salud. Una noche, soñó que estaba pasando chocolate ilegalmente por la frontera mexicana, obvio signo de que hacía en la vida algo prohibido.

    Estudios científicos han mostrado que cada uno de nosotros sueña. A fin de aprovechar nuestros sueños, tenemos que poner un cuaderno o un bloc de apuntes en la mesa de noche. Si dormimos lo suficiente, convencidos de que vamos a recordar nuestros sueños, y hacemos el esfuerzo de escribir, en el momento de despertar, todo lo que nos viene a la mente, sea sólo una vaga impresión o leve sensación, deberíamos acordarnos de nuestros sueños bastante rápidamente.

    Ya que la misma imagen puede tener una significación diferente para un individuo y para otro, el análisis de un sueño es generalmente personal. Por ende, el mejor modo de interpretar los símbolos que vemos, sobre todo cuando se presentan en diversas ocasiones, consiste en establecer la conexión entre ellos y los acontecimientos de nuestra vida.

    Las siguientes pautas son prioritarias si queremos beneficiarnos de nuestros sueños. Siendo simples y prácticas, incluso los principiantes pueden aplicarlas fácilmente.

Anotemos nuestros sueños todos los días. 
Sepamos que nuestras impresiones y nuestros sentimientos acerca de un sueño son esenciales para analizarlo en profundidad; y que casi siempre existen varias interpretaciones posibles, según el plano de conciencia o el nivel de conocimiento en que nos ubiquemos 
Tengamos presente que los personajes de nuestros sueños corresponden usualmente a distintos aspectos de nuestra personalidad o de nuestra individualidad. Repasemos sus estados de ánimo, expresiones, conversaciones y acciones en el sueño, y comparémoslos con nuestros pensamientos, palabras y actos en la vida. 
Estemos atentos a los símbolos, a los personajes y a las emociones que aparecen repetidamente en nuestros sueños. Inscribámoslos en un "diccionario de sueños" personal, especificando el sentido y la importancia que les atribuimos. 
No olvidemos que nuestros sueños pueden sernos de gran utilidad, aunque no los entendamos enseguida. La clave del éxito reside en la asiduidad y la perseverancia. 
    Los sueños desempeñan el papel fundamental de hacernos distinguir lo que sucede en nosotros y a nuestro alrededor, a través de la correlación que establecen entre nuestro comportamiento habitual y los valores que constituyen nuestro ideal. Nos señalan las necesidades del cuerpo, nos revelan nuestros deseos escondidos y nos permiten llevar una existencia más positiva. Nos ayudan a tomar decisiones a partir de lo que sabemos. Así, pueden indicarnos cómo mejorar nuestras relaciones con una persona después de que hayamos hecho conscientemente todo lo posible al respecto.

    En resumen, cuando nos fijamos objetivos precisos y actuamos con diligencia para alcanzarlos, los sueños aclaran y orientan nuestra vida. Tratar de obtener provecho de nuestros sueños es análogo a entablar conversación con un confidente, quien conoce todo sobre nosotros y está siempre dispuesto a abordar nuestros problemas o nuestras preocupaciones. La mayor parte del tiempo, él se limita a escucharnos; pero, muchas veces, esto es suficiente para hacer surgir respuestas que se hallaban sin descubrir en nuestro ser interior.

    Las lecturas nos incitan a prestar atención a nuestros sueños. Edgar Cayce repitió que no existe nada importante para nosotros que no hayamos soñado antes. Él afirmó: "Los sueños son una manifestación del subconsciente. Todo lo que llega a ser realidad aparece primero en sueños."[3] 



  
  
  
  
  
  
  
 
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publicado por masallaesoteric a las 19:42 · Sin comentarios ·  Recomendar
 
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